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Pero los detalles son curiosos e irresistiblemente cómicos para un cínico como este diablo de Kisseler. Apenas entró, estando todos ya a la mesa, pues, según costumbre, llegaba tarde, empezó a contar la cosa con una gracia, con una mímica y con un lujo de detalles verdaderamente chistosos.

Ante tanto lujo y tanta flor se imagina uno que ninfas de ropaje ligero y amorcillos con alas irisadas iban á servir néctar y ambrosía á huéspedes aéreos, al son de liras y eolias arpas. Sin embargo, la mesa para los grandes dioses no estaba allí, estaba servida allá en medio de la ancha azotea, en un elegantísimo kiosko, construido espresamente para el acto.

Al separarse estos del joven sacerdote, preguntó la mujer al marido: ¿Qué te parece? Muy joven, contestó el duque; pero no habíamos de estar más tiempo sin capellán, y cuando el obispo le recomienda, bueno será. ¡Capellán! Este era el puesto que había de desempeñar. Nadie le había dicho todavía que era como un criado más en la cocina o un caballo nuevo en las cuadras, un simple artículo de lujo.

¡Jiú!... moduló Hipólito interjectivamente y los caballos partieron guiados al parecer por un cadenero mosquiador que llevaba, por lujo, un cascabel en la hociquera y ante cuyo empuje podía decirse también que «se iba ensanchando» Trenque Lauquen.

Y se ha dispuesto, por quien debe hacerlo, que el entierro sea de primera, coche de lujo con seis caballos; irán los niños del Hospicio... Usted dirá que esta ostentación no viene al caso. No, yo no digo nada. No tendría nada de particular que lo dijera, porque a primera vista es absurdo.

Todos me envidian y codician mis riquezas, pero, a decir verdad, amigo mío, ¿de qué me sirven lujo, comodidades y bienestar, si en medio de todo eso soy víctima de ese pobre niño, de mi hermanito, de mi único hermano a quien amo y compadezco?

Porque aquí se han llorado lástimas de todos los colores, y se han descubierto fregados que tumban de espaldas. ¡Y siempre por el lujo, por el juego y por todos los vicios más abominables! ¡Qué agonías tan congojosas y tan complicadas, y qué pasar por todo las infelices gentes, si yo hubiera sido capaz de aceptarlo por el ansia de recoger onzas de oro mañana, sembrando ochavos morunos de presente!

El lujo de las cortes europeas hacía cada vez más necesarios los productos de la India, traídos por las caravanas a través de las áridas mesetas asiáticas: las especierías, el marfil y la seda. Los sacerdotes budistas y cristianos, por religioso proselitismo, realizaban atrevidos viajes que iban ensanchando el horizonte geográfico y el de las ideas.

Su traje era sencillo, de viaje, pero tan original el corte y con tal lujo y esmero en los pormenores, que se echaba de ver inmediatamente la elevada calidad de la persona. Despedía de ella un perfume suave que vino a herir su nariz así que puso el pie en el cuarto.

Y, por el contrario, los monarcas y grandes señores se engalanan con todo el lujo que pueden, llevando por túnica los mejores vestidos de sus mujeres o de sus novias, y por mantos las colchas más ricas de las camas, por lo cual se llaman los encolchados.