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¡Oh! ¡Dios mío! exclamó doña Clara. Y apartándose de la duquesa dió á correr, loca, anhelante, atravesó algunas habitaciones, y en una cayó entre los brazos de la reina que la había salido al encuentro. Oye, Clara, la dijo Margarita ; consuélate, enjuga tus lágrimas; te traigo buenas noticias. ¿Dónde está, señora? En la torre de los Lujanes. ¿Y puedo verle? .

Rompió el sobre y leyó ávidamente la orden de soltura. ¡En la torre de los Lujanes! ¡y allí está mi libertador preso, dudando, temiendo...! ¡Tu libertador! dijo el rey con asombro. ¡, mi generoso y valiente libertador! No te comprendo. ¿Por qué he de callar más?

Aquel papel decía: «Cuenta de lo que ha adeudado don Juan Téllez Girón, en las veinte y cuatro horas que ha estado preso en la torre de los Lujanes. »Por alquiler de la habitación alta donde estuvo preso en otro tiempo el rey Francisco, y donde sólo se encierran personas principales, diez ducados.

ALBOR. Ya el cristiano ha recogido Sobre la pica ferrada El tafetán descogido De la bandera cruzada. Ya Mendozas y Guzmanes, Leivas, Toledos, Bazanes, Enríquez, Rojas, Girones, Pachecos, Lasos, Quiñones, Pimenteles y Lujanes, Truecan las armas por galas, Por música el atambor, Y por las plazas las salas; A Belona por Amor, A quien nacen nuevas alas.

Don Francisco no tiene casa en Madrid... por ahora. Se le llevará á una torre del alcázar. Estaría demasiado cerca del rey. La torre de los Lujanes... Es demasiado honor para un simple caballero que le encierren donde ha estado encerrado un rey de Francia. Le llevaremos á un convento. Quevedo se serviría de los frailes. Consultaré, pues, á su excelencia.

Empezó por asegurarle que, por más que había hecho, no había podido averiguar la causa de su prisión; pero que él creía que cuando lo habían traído á la torre de los Lujanes, y con tal misterio, debía tratarse de un grave asunto de Estado.

Como la torre de los Lujanes no estaba lejos, y los lacayos que llevaban la litera iban de prisa, muy pronto la litera paró á la puerta de la torre, salió de ella doña Clara, y presentó la orden de soltura al alcaide. Y van dos, las dos principales y hermosas dijo entre dientes el alcaide leyendo la orden. Afortunadamente no le oyó doña Clara.

Como esta casa está situada cerca de la antigua puerta de Guadalajara y de la plazuela de la Villa, en donde Francisco I estuvo prisionero en la casa de los Lujanes, concuerda este dato con la indicación hecha por el mismo Lope de Vega. Es cosa notable que la casa, en donde nació este gran poeta, estuviera frente por frente de aquella otra, en la cual habitó Calderón la mayor parte de su vida.

respondió con voz ronca el bufón . Este pliego es el auto de libertad de tu amadísimo don Juan; este otro, el auto de libertad de don Francisco de Quevedo, que yo me guardo, porque importa que esté preso; y este otro pliego, es una orden para que puedas entrar en la torre de los Lujanes, donde está encerrado don Juan.

Dorotea, á pesar de la fiebre que la devoraba, llamó á Casilda, saltó de la cama, se hizo vestir, pidió una litera, y salió de su casa. Irritado, contrariado, impaciente, cuidadoso, se encontraba don Juan encerrado en un aposento alto de la torre de los Lujanes.