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El hecho es que si un historiador concienzudo revisara más adelante los documentos y archivos del Tandil, encontraríase con una misteriosa personalidad en el tal Pérez... ¡Y no le faltarían datos para investigar su vida y carácter!

Aquellos avaros de antiguo caño, que afanaban riquezas y vivían como mendigos y se morían como perros en un camastro lleno de pulgas y de billetes de Banco metidos entre la paja, eran los místicos ó metafísicos de la usura; su egoísmo se sutilizaba en la idea pura del negocio; adoraban la santísima, la inefable cantidad, sacrificando á ella su material existencia, las necesidades del cuerpo y de la vida, como el místico lo pospone todo á la absorbente idea de salvarse.

Item digo os, que ši dos de vošotros conšintieren en la tierra, de toda coša que pidieren, šerleshá hecho por mi Padre ÿ eštá en los cielos. Porque donde eštan dos o tres congregados en mi nombre, alli eštoy en medio deellos. Entõces Pedro llegandoše

Aumentábase el furor del terco viejo con las réplicas, y para concluir echó a sus nietos a la calle, ordenándoles que no volviesen a poner los pies en aquella casa de lealtad, y conminándoles con desheredarles del mejor modo que pudiese.

14 Acuérdate de , oh Dios, en orden a esto, y no raigas mis misericordias que hice en la Casa de mi Dios, y en sus guardas. 16 También estaban en ella tirios que traían pescado y toda mercadería, y vendían en sábado a los hijos de Judá en Jerusalén.

Un camarero le traerá un plato con fiambres y él comerá si tiene hambre. La soledad es buena para ese espíritu alterado. Los dos amigos bajaron al comedor.

El francés sigue siendo, por donde quiera, la lengua diplomática y el idioma universal de los refinados y de los ilustrados. Las gentes de otros países de Europa, y más aún las de América, si tienen medios para ello, acuden a París, como las mariposas acuden a la luz, cegadas por su brillo.

La inclinación de Tirso á la sátira se ostenta hasta en los títulos de sus comedias, llamando á algunas de ellas comedias sin fama, para burlarse de los empresarios de teatros y de los libreros, que apellidaban famosas hasta á las de los autores más inferiores.

Mientras tanto, en los otros países la novela procura renovarse y los autores cambian con frecuencia su manera de ver la vida y de expresar sus impresiones, para que no los «encasille» el público, adivinando de antemano lo que pueden decir.

Todos mostraban una confianza inquebrantable. «¡Los boches!... Muy numerosos, con grandes cañones, con muchas ametralladoras... pero no había mas que cargar á la bayoneta y huían como liebresLa fe de los que iban al encuentro de la muerte contrastaba con el pánico y la duda de los que escapaban de París.