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Búrlase en otro de un soneto de Lope, algo extraño, en verdad, que fué arreglado por varios poetas en cuatro idiomas distintos, rogándole que lo borre, y que no lo escriba en cuatro lenguas, para que no sean cuatro naciones testigos de sus yerros.

A Lope de Vega, Laurel de Apolo, dedicatoria al almirante de Castilla. No es extraño que aparezcan ahora nombres ya citados anteriormente. Lupercio Leonardo de Argensola y Cervantes pertenecen á la época precedente por sus trabajos juveniles, y por sus obras al período de la literatura española que examinamos.

Este argumento, comprendiendo también su extraño desenlace, es de la misma especie que muchas comedias posteriores de la época de Lope de Vega, y hasta se podría pensar, al leerla, que es una de ellas, si no se opusiera á esta ilusión la prosa en que está escrita, circunstancia que indica á las claras su mayor antigüedad.

En época imprecisa, por este tiempo, entró Lope en íntimas relaciones con la que había de ser madre de sus hijos Marcela y Lope Félix, la Camila Lucinda, tan celebrada en innumerables versos.

Andrés Garín, religioso de la Orden de Santo Domingo; Manuel Don Lope, noble de Zaragoza; Alejandro Toregli, banquero de París, natural de Luca, y otros testigos.

I, pág. 121, CLÁS. CAST. "... me dan menos nobleza Que ser vuestro esclavo, alcayde. Ser Bencerraje y Vanegas." Lope, La Dorotea, II, 5, pág. 90, "Renacimiento".

Es de observar que Lope, que tan grande interés demostró siempre por la impresión de sus libros, descuidó hasta este año el ocuparse de las ediciones de sus comedias.

No habrá existido otro más apto para sentir tales fiebres patrióticas que el de este gran vate hispano, en quien el orgullo nacional se presenta en formas casi delirantes. A bordo del galeón San Juan dice Lope que compuso su poema La Hermosura de Angélica. En diciembre del propio año regresan a España los restos de la Armada.

Pero siempre halláis la misma mujer exquisita, de fibra superior, de inmaterial belleza que directamente os habla al alma; más insinuante que fascinadora, más á lo Murillo que á lo Ticiano, más de Calderón que de Lope, más de Cleómenes que de Fidias.

Discúlpanla, ya que no la justifiquen del todo, la condición etérea y volátil del pensamiento y cierta preocupación amarga o picante que a todos nos estimula en el día. De ella puede afirmarse lo que afirmaba Lope, no del estro o tábano, sino de otra más ruin y aborrecible bestezuela: Como los celos eres, Que picas y te vas por donde quieres.