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El mundo había de alegrarse y saltar loco de embriaguez; debía reflejar la felicidad que rebosaba en su alma al verse amado por Feli. También ellos dos iban en busca de un merendero, de un lugar bonito, para comer, para beber, para darse dos vueltas de vals al son de un piano. ¡Viva la vida!

Yo estoy loco, te lo concedo; pero lo estás más que yo, y por eso no te sigo. Miguel le miró fijamente, sin abandonar su silenciosa inmovilidad, esperando que continuase. ¡Un duelo en plena guerra! ¿Tiene eso sentido común?

Pocos días después, al entrar por la mañana en el aposento de Francisco Montiño el hombre que le asistía, le encontró sentado sobre la cama, mirando con extrañeza cuanto le rodeaba. ¡Dónde estoy! dijo ; ¡y mi mujer! ¡dónde está mi mujer! ¡dónde está mi hija! ¡y tan tarde, y sin haber acudido á las cocinas! El asistente le creyó más loco que nunca.

Y se confesaba con ella, cándidamente: la decía que era un enfermo, un niño, un loco necesitado de cuidados y de amor; que su aparente valor ocultaba un miedo infantil; que su soberbia era humilde; que odiando amaba; que cuando vertía lágrimas de compasión, la sonrisa del escarnio las contenía; que pasaba de un extremo a otro con dolorosa inquietud, con ansia atormentadora, con la necesidad nostálgica de una inmutable serenidad.

Alicia, al ver que, loco de celos, realizaba un acto absurdo para muchos batiéndose por ella, se sentía indudablemente halagada en su vanidad y le miraba con nuevo interés. «¡Las mujeres! pensó Lubimoff . Hay que conocerlas. Su admiración va instintivamente hacia el fuerte. Nada hay como una brutalidad oportuna para conquistar su afecto.

Háyalo usted querido o no, ha conseguido alarmarme, y le suplico de nuevo que me diga si realmente no hizo ninguna alusión desfavorable para o para... ¿A usted? ¿Qué se le puede reprochar? Es usted un amable y buen muchacho, muy loco y muy cándido. No si soy amable ni, sobre todo, si soy cándido; lo que es que se trata de la tranquilidad de toda mi vida.

Mira que está cargado, Manolo. Ya lo veo, ya respondió éste sonriendo; y volviéndose de pronto: ¿Qué dirían en Madrid, si yo te matase ahora de un tiro? Pepe Castro sintió cierto hormigueo en la espalda, que no era producido solamente por el agua, y rió de un modo extraño. Y que, hoy por hoy, lo podría hacer impunemente siguió muy risueño el marqués . Porque como todos dicen que estoy loco....

Estos y otros como estos, amiga doña Flora, echarán a los franceses, si es que les echan, que no los monigotes de la Cruzada, con su D. Pedro del Congosto a la cabeza, el más loco entre todos los locos de esta tierra, con perdón sea dicho de la que es su tiernísima Filis.

Vamos, no hablemos más de esto, mujercita mía; yo he estado loco y á los locos se les perdona todo; yo te compraré un justillo y una saya de terciopelo tomados de oro y collar y arracadas de corales, y te daré aquellos cintillos de diamantes que te gustan tanto.

La primera era, según dicen, una linda rapaza; éste aseguran que es un loco; de aquélla no vimos más que las andas, y de éste el papelón en que viene embutido. ¡Jamás nosotros, los del menudo pueblo, vemos más que la corteza de las cosas! Calla y mira, Albolalit le replicó el otro . ¿Qué sacarás con ver lo que no te importa o lo que no pudieras conocer?