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Con frecuencia, en los días lluviosos, y hasta en los que están los campos alumbrados por un sol hermoso, hemos visto, á una distancia de varias leguas, formarse la fuente en las alturas del aire.

El padre Aliaga quedóse más desesperado que lo estaba cuatro días antes. Unos personajes habían ganado. Otros se habían quedado como estaban. ¡Pobre Francisco Martínez Montiño! solo, parte paciente de esta historia; , pagador constante de pecados ajenos, solo fuiste la víctima superviviente á estas aventuras de cuatro días lluviosos. Su locura se había determinado.

En Madrid, con mi temperamento, no me hubiera contentado con menos que con sacar tiras de pellejo de verdad. Todos mis antepasados han sido un poco salvajes, y eso que vivieron en climas templados y lluviosos.

Pusiéronse en esto los días tan lluviosos, que ni Pedro iba a casa, ni Adela a la de la Revolorio, ni podía Ana salir al colgadizo, ni Sol y Lucía, sino estar cerca de ella; ni Juan, fuera de sus horas de leer, que le fatigaban ahora que no estaba contento, tenía modo de estar alejado de la casa.

Bastaban, sin embargo, para demostrar que el sacerdote estaba en Londres con un propósito fijo, probablemente para persuadir a la hija de el Ceco de que le diera ciertos informes que deseaba conocer vehementemente, y que tenía la intención de obtener por medio de ciertos datos importantes que poseía. Pasaron varios días lluviosos y sombríos, y Bloomsbury presentaba su aspecto más melancólico.

Contemplaba vagamente los bosques, por encima de los cuales flotaban jirones de bruma y entre cuyos árboles los pájaros lanzaban aquel grito lastimero que anuncia los días lluviosos. En cada uno de los árboles del camino le parecía ver desfilar una a una sus ilusiones de otros tiempos.

En los crepúsculos de invierno, obscuros y muchas veces lluviosos, salvaba Roseta temblando más de la mitad del camino. Pero el trance más cruel, el obstáculo más temible, estaba casi al final, cerca ya de su barraca, y era la famosa taberna de Copa. Allí estaba la cueva de la fiera. Era este trozo de camino el más concurrido é iluminado.

Los pájaros ribereños y acuáticos, qué se ven diseminados á lo largo de los rios todo el tiempo que dura la estacion de seca, se reunen en los periodos lluviosos, los primeros, sobre los terrenos no inundados, los otros, sobre el lago que forma la llanura. Millares de estos seres aligeros pueblan el territorio de Moxos.

La gloria no es para los países lluviosos; tener una estatua a orillas del Mediterráneo, en una ciudad de Andalucía, de Valencia o de Italia, está bien; ¿pero qué voy a hacer yo si en premio de este libro me levantan una estatua en Lúzaro? ¿Estar recibiendo constantemente la lluvia en la espalda? No, no; soy muy reumático, y ni aun en efigie me gustaría estar asi a la intemperie.