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Por fin vino la noche, y cuando la recuerdo, declaro que siento una viva satisfacción por haber contemplado ese cuadro único y característico. He dicho ya que Colón se compone casi en su totalidad de una sola calle, pero he olvidado mencionar que a lo largo de la misma corre una especie de recoba para proteger las entradas contra las lluvias frecuentes.

Con lentitud; pero con invencible fuerza, trabaja como el viento, las nieves, las lluvias y las corrientes de agua en la renovación de la superficie del planeta. Por donde quiera que han pasado los ventisqueros, durante alguna de las edades de la tierra, transformó su acción el aspecto del paisaje.

Porque podemos decir, para orgullo de D. Amaranto, que él es el alma del negociado. Sus calzones, en guiñapos, lucen pintorescos festones sobre los zapatos; sin herretes y sin trencillas, y su chapeo ha soportado las lluvias de cinco inviernos; y su carrick el rigor de cincuenta ventiscas.

Cierto que el pueblo español no escatima nunca su sangre cuando de patriotismo se trata; pero ¿no sería más preferible la lucha de los principios en el Parlamento, que el cambio de balas en terrenos pantanosos, á 3.000 leguas de la patria, entre bosques impenetrables, bajo un ardiente sol ó entre lluvias torrenciales?

Deja que el sol ardiendo las lluvias evapore Y al cielo tornen puras con mi clamor en pos, Deja que un sér amigo mi fin temprano llore Y en las serenas tardes cuando por mi alguien ore Ora tambien, oh Patria, por mi descanso á Dios!

Muchos obreros guardaban el recuerdo de una anciana con el pelo blanco peinado en bandos, de anticuada distinción, que paseaba en los días serenos por cerca de la ría, apoyada en sus dos hijas, quejándose de las lluvias frecuentes de aquel país, de la atmósfera cargada de carbón y polvo de hierro, pensando en el sol de Levante, en los campos siempre verdes, en los naranjales caldeados por un viento ardoroso.

El calor aumenta unas veces y disminuye otras; las lluvias caen á torrentes durante un siglo; luego, durante otro período, son raras ó faltan casi completamente en un mismo punto de nuestro planeta. Así cambian también los cauces de las aguas, cuya dirección y volumen dependen á la vez de todas las condiciones del relieve y el clima.

Me pongo en marcha entre el tumulto. Del lado del bosque, el cielo está cubierto de miriadas de luces de colores, cohetes, bombas que estallan en las alturas y caen en lluvias chispeantes, violetas, rojizas, azules, blancas, anaranjadas. Al frente, en el extremo, sobre la multitud que culebrea en la Avenida, la plaza de la Concordia parece un incendio.

No es ya la mirada, sino la imaginación la que se espanta al pensar en lo que la montaña era entonces y en lo que le han robado nieves, hielos, lluvias y tormentas durante la serie de los tiempos. ¡Qué infinita historia, qué innumerables vicisitudes en la sucesión de las plantas, de los animales y de los hombres, desde que los montes cambiaron de forma y perdieron la mitad de su elevación!

Puede suceder que la acción reguladora de los bosques y el empleo de las aguas del torrente en el riego de las altas huertas, no fuera suficiente para prevenir las repentinas crecidas por lluvias torrenciales; pero hay otros recursos para evitar este peligro. El valle no es igualmente ancho en toda su longitud.