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-Pues, ¿quién lo duda? -respondió don Quijote. -Yo lo dudo -replicó Sancho Panza-; porque tengo para que, aunque lloviese Dios reinos sobre la tierra, ninguno asentaría bien sobre la cabeza de Mari Gutiérrez. Sepa, señor, que no vale dos maravedís para reina; condesa le caerá mejor, y aun Dios y ayuda.

Al ser abiertas, entra el aire exterior y se condensa instantáneamente, formando un humo blanco junto a las lamparillas eléctricas: algo así como si lloviese sal o hielo molido.

Era el caso que aquel año habían las nubes negado su rocío a la tierra, y por todos los lugares de aquella comarca se hacían procesiones, rogativas y diciplinas, pidiendo a Dios abriese las manos de su misericordia y les lloviese; y para este efecto la gente de una aldea que allí junto estaba venía en procesión a una devota ermita que en un recuesto de aquel valle había.

Lo que cada vez tenía más disgustado á Traga-santos, era el profundo egoísmo y hasta la falta de sentido común con que muchos acudían á la ermita, viendo que, por ejemplo, á un mismo tiempo pedía uno que lloviese á mares y otro que la sequía achicharrase los campos.....

El tío Traga-santos fué oyendo á unos y á otros, y como no tenía cara para negar nada á nadie, y de unos y otros había recibido limosna para reedificar la ermita de San Isidro, fué diciendo á todos amén, imitando al devoto del cuento del señor Cura, pidiendo al Santo que hiciera lo que le diese la gana: creyó haber encontrado, en lo posible, aquel medio, que consistía en pedir á San Isidro que no lloviese tanto como querían los de Barbaruelo ni tan poco como querían los de Cabezudo y los de Animalejos.

De esta suerte se descubrían los cimientos de las casas y corrían riesgo de venir al suelo, además de la molestia consiguiente de poner escaleras para subir al portal. A los pocos meses de ser alcalde, había más de veinte casas en Sarrió con los cimientos al aire. Otras veces, hacía subir la rasante para que cuando lloviese fuerte, se inundasen.

Por mucho que lloviese, Novillo no dejaba de venir a la Rúa Ruera, bien provisto de chanclos de goma, polainas de cuero, un impermeable con capucha y, además, un paraguas abierto. Se guarecía en un portal, y allí montaba la centinela a la soberana de su corazón. ¿Qué habría sucedido ahora?

Mire usted, señor Cura, lo que yo quería decir era que es imposible que llueva á gusto de todos, y que lo más que yo pude hacer fué pedir á San Isidro que intercediese con Dios para que lloviese como más conviniese á todos.

15 y la oración de fe hará salvo al enfermo, y el Señor lo aliviará; y si estuviere en pecados, le serán perdonados. 16 Confesaos vuestras faltas unos a otros, y rogad los unos por los otros, para que seáis sanos. 17 Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y rogó en oración que no lloviese, y no llovió sobre la tierra tres años y seis meses.

De esta doctrina partí yo días pasados al pedir al glorioso San Isidro que intercediese con Dios en favor de Cabezudo, que quería no cayese gota; de Animalejos, que quería cayese sólo un chaparrón; y de Barbaruelo, que quería lloviese si Dios tenía que.