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Siendo esto así, ¿cómo ha de tener el hombre por bien verdadero á una cosa que las mas veces le causa daño? ¿Que en lugar de ocasionar el gusto, causa desabrimiento? ¿Que lejos de conservarle, muchas veces le destruye? ¿Que en lugar de producir un contento durable y sólido, solo ocasiona un gusto transitorio y aparente? ¿Que en vez de apartar los males que pueden hacerle infelíz, los atrae, los lleva, y casi siempre los acompaña?

Los cuerpos de Ruíz y Troncoso no fueron quemados como en la sentencia se hacía notar, sino que por instancias de la Hermandad de la Caridad se sepultaron con cierta pompa. Tal fué el curioso caso de monederos falsos de Sevilla, del que existe una puntual relación publicada á raíz del suceso y la cual lleva este título.

Como suena, y si no, fíjate en la forma con que el maquinista que nos lleva contestó a mi saludo cuando le pregunté: «¿cómo le va, amigo?»... «Bien, por lo conforme» me dijo. ¡No veo motivo para maravillarse por eso!

Por la esquina que forman dos calles, desemboca un mocetón descalzo, cubierto de harapos asquerosos. Lleva a la espalda un saco, y en la mano un palo, que tiene en la punta un largo clavo retorcido, con el cual, de cuando en cuando revuelve los montoncillos de basura que hay formados ante las puertas junto a los bordes de la acera.

¿Los tenéis? Jamás se tienen, porque hoy se lleva uno y mañana otro. No es eso... ¿Pues qué es?... Dejadme hablar; me habéis nombrado á don Rodrigo... don Rodrigo me da hastío, como eso. Y señaló una copa que estaba llena de vino.

Claro es que está uno más a salvo si lleva melenas de que le tomen por espía; pero ¿qué culpa tengo yo de que se me caiga el pelo? O ¿acaso hay, que llevar peluca... como un espía de verdadEncendió un cigarrillo y lo tiró en seguida; no tenía ganas de fumar. «Lo más sencillo sería entrar en su casa y decirles: Señores, ha sido una broma. Pero no, no lo creerían.

El pintor da cabo á su tarea, coge su cuadro, lo lleva al convento, se enteran los frailes, y se reune la comunidad. Murillo les presenta su pintura; los críticos se acercan, examinan, miran con más cuidado, se contemplan unos á otros frunciendo el entrecejo, y dicen al pintor: «vuestra merced perdone; no es eso lo que hemos encargado; vuestra ASUNCION no hace al convento

Entendedme; las verdades, cuando las lleva un correo, llegan verdades sopladas, y ganan ciento por ciento. Pero volviendo á nosotros, ¡mal hayan, amén, los versos! se me escapan como el flato. ¡Juro á Dios!... ¡Guardad, Quevedo! Decís bien; no está en mi mano; es ya enfermedad de perro; comezón, archimanía. ¿Qué buscáis aquí? Pretendo... ¿Lo véis? vos tenéis la culpa. ¿Yo la culpa?

No hay nada en el mundo más imponente y aterrador que un joven bien vestido que lleva debajo del brazo el manuscrito de un drama.

La tropa de carretas lleva, además, armamento, un fusil o dos por carreta, y a veces un cañoncito giratorio en la que va a la delantera. Si los bárbaros la asaltan, forma un círculo atando unas carretas con otras, y casi siempre resisten victoriosamente a las codicias de los salvajes ávidos de sangre y de pillaje.