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España, pobre, desgarrada por discordias civiles, sin dominio y sin influjo en lo exterior, se había transformado de repente en la primera nación del mundo, y Fray Miguel, que en sus verdes mocedades había aspirado a llenarle de su ama, como trovador y como guerrero, tenía entonces que confesarse asimismo, en amargo vejamen, que ni como devoto fraile, con oraciones y súplicas, había contribuido a tan maravillosa transformación y a tan no prevista ni imaginada grandeza.

No se puede contemplar esos escombros y esas moles todavía intactas, que han abrigado á tantos tiranuelos, sin estremecerse de horror al pensar en las tradiciones de iniquidad que allí se anidan, y en las duras pruebas por las cuales ha tenido que pasar, en su interminable peregrinacion de la civilizacion, ese Cristo de todos los siglos que se llama el PUEBLO.... Cuánto no ha debido pesar sobre las muchedumbres el yugo de hierro de esas generaciones de tiranos, cuando todavía hoy las ruinas de sus guaridas casi inespugnables tienen el poder de impresionar al viajero y llenarle, si no de admiracion, de un sentimiento de temor semejante al que se experimenta en presencia de la caverna de un tigre ó ante la mirada fascinadora del boa!...

Me parece que todos están manchados, y en cuanto alcanzan a ver un hombre puro empiezan a correrle detrás para llenarle la túnica de manchas. La verdad es que yo, que quiero mucho a los hombres, vivo huyendo de ellos. Siento a veces una melancolía dolorosa. ¿Qué me falta? La fortuna me ha tratado bien. Mis padres me viven. Me es permitido ser bueno.

Ya hemos visto que la idea de lugar como espacio puro, es una abstraccion; luego es una suposicion enteramente imaginaria, aquella en que á cada cuerpo le damos cierta extension, para llenar un cierto espacio, de tal manera que no pueda menos de llenarle, y no le sea dable á un mismo tiempo admitir otro en un mismo lugar.

Y lo que á usted le ponía furioso era que yo le guardase las cosas á ella y no se las diera á usted, ¡un rayo! Como si tuviera yo obligación de llenarle á usted el buche, perro, más que perro.... Y dígame ahora, ¿me ha dado alguna vez el valor de un real? Ella me daba lo que podía, á la chita callando; pero usted, el muy capigorrón, ¿qué me ha dado?

Pues dándome ya por casado con doña Guiomar, dijo Cervantes, mirad si yo os recompensaré bien por lo que ahora me sirváis; antes ha de faltaros talego, que escudos para llenarle. Pues diga vuesa merced, señor soldado, dijo relumbrándole los ojos la tía Zarandaja. Quédese aquí por ahora, dijo Cervantes, que yo vendré más tarde y hablaremos.

Figúrese usted que mi marido se empeñaba en llenarle la cabeza de librajos a su sobrino y enseñarle idiomas, y que yo qué otras cosas... ¿Para qué?... Todo eso no sirve para nada, señora. Enséñele usted a leer y a escribir y deje usted al talento que se revele solo. Repito a usted que en este país los hombres no necesitan estudiar nada para llegar a los altos puestos. ¿No me ve usted a ?

Adiós, repito, y quiéreme como a tu buena hermana. Esta carta, que, por venir de quien venía, encantaba a Paco Ramírez, no pudo menos de llenarle al mismo tiempo de zozobra. Paco veía y calculaba claramente que su amigo Braulio debía de haber llegado al lugar veinticuatro horas antes que la carta. ¿Dónde se había metido? ¿Dónde había ido a parar?

Diole a Currita ganas de reír la pomposa hinchazón con que pronunciaba el ministro demócrata aquellas sonoras palabras: Palacio..., majestad..., rey..., reina, que parecían llenarle la ancha bocaza, y preguntó con su suavidad acostumbrada: ¿Quién?... ¿La Cisterna?... Crecióse el ministro como un toro de Veragua al que plantan una pica.

Este canto infernal salía de la tienda cuya descripción hemos presentado en el capítulo anterior, y quien lo ejecutaba era el poseedor de aquel establecimiento, el insigne Ramón Pérez. Entonaba las palabras Triste Chactas, etc., con una expresión, con un entusiasmo que le conmovían a él mismo hasta llenarle los ojos de lágrimas.