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Se suben primero como tres leguas por los collados hasta el alto de Cololo, en seguida se anda una legua bajando la cuesta por un camino nuevo; despues legua y media de collados practicando al fin una breve ascension hasta Calantica; hay que bajar por último dos leguas y media hasta la Garita, de donde solo falta una legua para llegar á Pelechuco.

El cazador siguió trepando hasta llegar á la cumbre, obligó á su caballo á trasponer la valla natural que formaban los arbustos y cuando menos lo esperaba se halló rodeado de los extraños guerreros allí ocultos.

Si le había prometido quedarse viuda, ha cumplido su palabra antes que usted. Ha sido la primera en llegar a la cita que le ha dado usted, y yo temo... ¿Qué teme usted? Ser un obstáculo, puesto que mi vida le separa de la dicha y que mi salud le hace perder toda esperanza. Su vida y su salud, Germana, son presentes de Dios.

Era una de las noches más calurosas de agosto. Gonzalo, atormentado por el calor y por la idea de su comprometida situación, se paseaba con el sombrero en la mano. Antes de llegar al término del malecón, percibió sobre el segundo paredón una figura gigantesca. Allí está mi tío se dijo.

Díole lo que pedia, pero advirtiéndole que entonces estaba inundada toda la provincia, y que seria muy difícil y trabajoso el viage, y aun inútil, porque no era posible por aquel tiempo llegar á ella. No quisimos creerle, é instándole á que diese los indios, dió veinte al capitan, y cinco á cada soldado, que nos sirviesen y llevasen nuestras mochilas.

Cierto es. ¿Y si después de llegar á los dominios de nuestro rey en Francia emprendiese un caminante la marcha en dirección á Oriente? Pues visitaría las tierras francesas que todavía están en tela de juicio y la famosa ciudad de Avignón, donde reside temporalmente Su Santidad.

Los que en días de holganza no iban a sus casas, quedándose en el cortijo para seguir las pláticas religiosas de un sacerdote enviado de Jerez, tenían por la tarde, en el ventorro, unas cuantas copas pagadas por el amo. Dupont era un creyente moderno, como él decía. Todos los caminos resultaban buenos para llegar a la conquista de las almas.

Guiñaba un ojo maliciosamente al hablar de los propósitos de Canterac, y á continuación se mostraba grave para afirmar la cordura de la marquesa, que «no era la mujer que se imaginaban muchos». Se disponía á mostrar al español el famoso «santuario de verdura», cuando le abandonó repentinamente, mascullando excusas, para correr hacia la entrada del parque. Elena acababa de llegar.

El novato mira escandalizado y desaparecer una bien cortada levita detrás de un grupo de señoras. ¡Las tres Parcas! continuó Tadeo viendo llegar á tres señoritas secas, huesudas, ojerosas, de ancha boca y cursimente vestidas. Se llaman... ¿Atropos?... balbucea el novato que quería hacer ver que tambien sabía algo, al menos la mitología...

Asombrados y temerosos contemplaban los espectadores al magnánimo Orosmán batallando con los celos; temblaban, cuando veían entrar á Otelo silencioso, y medir con sus miradas la obscura alcoba; cuando presenciaban las torturas de Caín , luchando en vano con el terrible destino que lo arrastraba al fratricidio; cuando consideraban á Bruto, envuelto en su manto, entregando la cabeza de sus hijos al hacha levantada de los lictores; en una palabra, se extasiaban ante la más sublime perfección á que puede llegar el arte imitando la naturaleza.