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Su Alteza ha pensado en eso, y el asesino del Rey no tiene más que abrir la reja de hierro que encierra la ventana de la celda, reja cuyo marco gira sobre sus goznes. El hueco de la ventana está hoy obstruido por un enorme tubo, capaz de dar paso al cuerpo de un hombre, y cuyo extremo opuesto llega precisamente hasta la superficie del agua que llena el foso.

Es verdad dije no sin malicia, que le he oído a usted en otro tiempo expresar la opinión de que no es prudente dejar a las jóvenes en la ignorancia de las necesidades de la vida y que los padres asumen así una gran responsabilidad cuando llega el momento de elegir su destino. Aquellas eran teorías y frases de solterón dijo moviendo la cabeza.

A tal tèrmino llega aquesta cosa, Que cada cual vivia

¡Oh Dios mio! ¡Qué bien has hecho en morar arriba; ahí donde no llega la mirada del telescopio; ahí donde no puede entrar ni la ciencia del sabio; ahí donde únicamente tienen entrada la virtud y la fe!

Ella vendrá enseguida. ¿Y Sol? ¿Dónde está Sol? Dicen que llega. Los jóvenes se precipitan a la puerta. No viene aun. Se está inquieto. Se valsa. Sol viene al fin: viene, sin haberla visto, de llamar al cuarto de Lucía. «¡Voy! ¡Ya estoy!». Así responde Lucía de adentro con una voz ahogada.

Hubo un momento en que si no llega gente de curia, se iban á pegar las mujeres, y arrancarse los moños, azuzadas por los pícaros paisanos que esperaban, como nuestros estudiantes, ver algo más que un cancan. Scit, scit, scit, scit, scit, scit, Disputez-vous, battez-vous, Scit, scit, scit, scit, scit, scit Nous allons compter les coups.

Entre tanto, muy rara vez llega á perturbar algun viagero esta hermosa soledad, que no ostenta mas adornos que la rica vegetacion de sus sombrías florestas, pues hasta los pájaros solo cruzan por acaso y sin jamas detenerse.

No respondí; las cosas de la fe, no. A esas se llega por el corazón. ¡Oh! ¡Cuánta razón tiene usted! exclamó con mirada brillante. Ya ve usted que no estamos lejos de entendernos dije sonriendo. Si usted quisiera que hablásemos así algunas veces, acabaríamos por ser de la misma opinión. ... usted me enseñaría a pensar... ¡Oh!

Cobra ligeramente aliento y prosigue: «En cambio aquí, como el presidente llega a la meta ya viejecito, la presidenta suele ser otra viejecita ya cansada, concluida, reumática, cuyo mayor deseo es que la dejen tranquila. ¡Y luego hablan de las jóvenes repúblicas! La juventud está en las monarquías.

Llega el Médico, que solo se gobierna por la semejanza exterior de las cosas, y luego juzga que es dolor cólico, y aplicándole los remedios específicos de esta enfermedad, no solo no la cura, sino que la empeora.