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Las cumbres, que se alzaban en el aire a millares de codos, estaban cubiertas de hielo perpetuo y de cándida nieve, que heridos por los rayos del sol, vertían destellos radiantes y hacían más bella la templada y apacible llanura en que se hallaba el palacio, bañándolo todo, a la hora del crepúsculo, en mágicos reflejos.

A veces un corazon inexperto duerme tranquilamente el sueño de la inocencia: sus pensamientos son puros como los de un ángel, sus ilusiones cándidas como el copo de nieve que cubre de blanquísima alfombra la dilatada llanura; pasó un instante; se ha corrido un velo misterioso; el mundo de la inocencia y de la calma desapareció, y el horizonte se ha convertido en un mar de fuego y de borrascas. ¿Qué ha sucedido?

Se nombró inmediatamente una columna muy reforzada, para que, tomando otra direccion, rodease la montaña y subiese á dominar por la espalda á los rebeldes, y el Comandante General con el resto del ejército se puso en marcha por la llanura: pero á la media legua tuvo que dar vuelta para evitar otra montaña, y bajar á un valle muy ancho y espacioso, donde con mas desembarazo pudiesen maniobrar sus tropas.

Esta llanura sin límites que desde Salta a Buenos Aires, y de allí a Mendoza, por una distancia de más de setecientas leguas permite rodar enormes y pesadas carretas sin encontrar obstáculo alguno, por caminos en que la mano del hombre apenas ha necesitado cortar algunos árboles y matorrales; esta llanura constituye uno de los rasgos más notables de la fisonomía interior de la República.

Además, las privaciones, generales en toda Francia, aún resultaban mayores y más penosas en este olvidado rincón. Al fin me trasladé al Principado monegasco, que veía diariamente desde mis ventanas, avanzando su doble ciudad de Mónaco y Monte-Carlo sobre la llanura azul del mar.

Hasta los innumerables soles de la vía láctea dejaban caer como nunca su blanca luz sobre la húmeda llanura. Júpiter relampagueaba en el cielo como el dios de la noche, rompiendo la obscuridad con sus hermosos rayos anaranjados.. De pronto cambió la decoración. Allá hacia Levante el pálido semicírculo de la luna asomó su cuerno superior sobre las aguas dormidas.

Coge a manos llenas los bienes y déjalos caer sobre los limpios de corazón. Pasado algún tiempo, el matrimonio rico heredó una considerable fortuna que acreció la suya. Fue aquello como golpe de agua que, dejando acaso estéril la llanura, engrosa el caudal de otra corriente: y en el hogar del matrimonio pobre nació el séptimo hijo.

Si estos pájaros abandonaban aquellos bosques en tan gran número debía de ser por algún grave motivo. La presencia de unos cuantos salvajes no habría bastado para espantarlos. Más tarde, el Capitán y Cornelio, que se habían encaramado en lo alto de una roca para observar la llanura, vieron salir de aquellos bosques muchos warangales huyendo hacia el Sur.

Temían que los salvajes estuvieran preparando algún furioso asalto nocturno. Aunque nada sospechoso se viera ni se oyera en la llanura, había muchos indicios de que los salvajes tramaban algún plan. Hacia el Mediodía habían visto muchas bandadas de aves salir volando de los bosques de eucaliptos y dirigirse hacia el Norte.

Sentémonos dijo Marta . ¡Cuánto mar se ve desde aquí!, ¿no es cierto? Ricardo se sentó a su lado y ambos contemplaron la húmeda llanura que se extendía a sus pies. Cerca de ellos ofrecía un color verde oscuro. A lo lejos era azul. Allá, en el centro, la gran mancha de plata seguía resplandeciendo con vivos destellos reflejando el diseño del disco del sol.