United States or Zambia ? Vote for the TOP Country of the Week !


"Como vos juréis en una ara consagrada que no tuvisteis malicia, yo, asegurado, podré dejar de acusaros; pero será necesario que esos dos pollos que comieron llamándoles con el santísimo nombre de los pontífices me los deis para que yo los lleve a un familiar que los queme, porque están dañados; y tras esto habéis de jurar de no reincidir de ningún modo."

Es esta en tanto grado, que llamándoles antes con nombre de Judíos y quejándose ellos de la ignominia, se prohibió el llamarles así; mas luego les sacaron el nombre poco menos afrentoso de chuietas, con que les improperan por ironía, que no comen tocino.

A las veinticuatro horas todos fingían haber recibido telegramas llamándoles con urgencia á París, y el mismo dueño, pasados unos meses, dejó su casa al cuidado de un conserje para que la enseñase como un museo. Miguel amaba la arquitectura presente, cuyas catedrales son las «galerías de máquinas» y las grandes estaciones de ferrocarril.

Demuéstralo Lope de Vega en los prólogos ó dedicatorias de las suyas, que llevan aquel título, llamándoles comedias. Poética de Aristóteles, IV; Retórica, III, 8; Demetrius de elocutione, párr. 43.

El castellano Fuentes, recogidos éstos y otros amigos suyos, rompió la escala y comenzó á bestionar la puerta del castillo. Viendo esto el Alférez Sedeño y el Alférez Herrera, y Beltrán, Maestresala del Virrey, comenzaron de abajo á darles voces, llamándoles de traidores, que desamparaban el fuerte y se alzaban con las vituallas.

Siguió la marcha á pié como cinco leguas, porque no pudo pasar las mulas y caballos, y de esta conformidad alcanzó un trozo de 52 rebeldes á las 6 de la mañana, á quienes intimó le entregasen al cruel Nicolas Sanca, que con título de Coronel de Tupac-Amaru, ocasionaba aquellos alborotos: pero ellos contestaron con oprobios, llamándoles alzados y rebeldes, y seguidamente acometieron furiosos: atrevimiento que pagaron, quedando muertos todos los que le emprendieron.

Los vecinos de Animalejos, poco peritos en efemérides histórico-religiosas, decían que la ermita se arruinó en el primer tercio del siglo XVI, con motivo de la guerra de las Comunidades, que tantos desastres causó en Castilla la Vieja, y aun en Castilla la Nueva; pero los vecinos de los pueblos cercanos les daban matraca llamándoles, no se sabe por qué, «los que arcabucearon al Santo»; insulto que sacaba de sus casillas á los animalejeños y daba ocasión á tremendas palizas.

Entre el algecireño y la chiquilla la vistieron de mala manera, y con la prisa le ponían la ropa del revés. La señora se impacientaba, llamándoles torpes y dando pataditas.

La Revolución triunfó, y a las agitadas emociones del conspirador sucedieron en Jacobo las halagüeñas embriagueces del triunfo, las cínicas rapacidades de pretor romano, las ruidosas apoteosis de arcos de cartón y farolillos de papel a que le llevaban en hombros masas estúpidas arrastradas por su verbosidad, multitudes frívolas, que, por tener algo de mujer, prendábanse de su gallardía y gentileza y se prometían llevarle a defender la soberanía popular en los escaños del Congreso, a él, aristócrata orgulloso, tan sólo de nombre renegado, que se reía de ellos llamándoles paletos, babiecas y burgueses mentecatos, y corría, al separarse de estrechar sus manos, a lavarse y enjabonarse y perfumarse, para echar lejos de aquel insoportable hedor de la canalla...

Entonces Berbel, furiosa, le llenaba de injurias, y Catalina cloqueaba con visible mal humor; pero el loco, sin hacerles caso, encendía su vieja pipa de boj y comenzaba a contar sus lejanas peregrinaciones a los espíritus de los guerreros germanos enterrados en la caverna hacía diez y seis siglos, llamándoles por sus nombres y hablándoles como si estuviesen vivos.