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Al estrecharle contra su pecho le había puesto la mano sobre el corazón, notando que sus latidos acusaban perfecta tranquilidad. El joven, sin advertir nada, se dispuso a retirarse, y ya iba a traspasar el umbral del aposento, cuando el doctor le llamó de nuevo, diciéndole con voz ahogada por la emoción: Oye, Amaury, una palabra. ¿Tiene usted algo que mandarme? Aguárdame en tu habitación.

Allí tienes cama y mesa y todo lo que te haga falta... Supongo que Soledad no se opondrá á que vivas con nosotros añadió bajando la voz y pronunciando con respeto el nombre de su querida. Miguel, que no estaba al tanto de ciertas interioridades, tomó aquellas palabras á burla y alzó los hombros riendo. Al cabo de un rato, Velázquez llamó al chicuco para pagar.

¡A bailar, a bailar! gritaron Paco, Edelmira, Obdulia y Ronzal. Para Trabuco era el paraíso aquel baile que él llamó clandestino, allí, entre los mejores, lejos del vulgo de la clase media.... Se entreabrió la puerta para oír mejor la música, se separó la mesa hacia un rincón, y apretándose unas a otras las parejas, sin poder moverse del sitio que tomaban, se empezó aquel baile improvisado.

53 Mas una mujer dejó caer un pedazo de una rueda de molino sobre la cabeza de Abimelec, y le quebró los cascos. 54 Y luego él llamó a su escudero, y le dijo: Saca tu espada y mátame, para que no se diga de : Una mujer lo mató. Y su escudero le atravesó, y murió. 55 Y cuando los israelitas vieron muerto a Abimelec, se fueron cada uno a su casa.

Sin inmutarse oyó nuestro individuo el fatal dictamen, y después de recibir los auxilios espirituales o de tener el práctico a bordo, como decía un marino, llamó a Gil Paz, ecónomo del hospital, y díjole, sobre poco más o menos: Hace quince años que vine de España, donde no dejo deudos, pues soy un pobre expósito.

Desde la víspera aquello era un diluvio de telegramas de felicitaciones, prospectos de proveedores, papeles con escudos nobiliarios, sellos franceses y extranjeros. Estaba Liette haciendo metódicamente su clasificación, cuando el timbre la llamó de nuevo al aparato Morse... Era un nuevo telegrama para el castillo. «Señorita doña Blanca de Candore.» ¡Este estaba doblemente atrasado de noticias!

No lo recuerdo... ; lo llamó, y no debía ser tan descreído cuando ante la idea de morir quiso ponerse bien con Dios. ¿Es cierto eso, Melchor? preguntó Lorenzo.

Por esta y otras razones se la llamó la levita del desierto; porque segundaba el milagro de los israelitas viajando por los desiertos de la Arabia durante cuarenta años, sin menoscabo de sus vestidos.

7 Y los encantadores hicieron lo mismo con sus encantamientos, e hicieron venir ranas sobre la tierra de Egipto. 8 Entonces [el] Faraón llamó a Moisés y a Aarón, y les dijo: Orad al SE

Entretanto un movimiento se inicia y los grupos empiezan á moverse; el catedratico de Física y Quimica ha bajado á clase. Los alumnos, como burlados en sus esperanzas, se dirigieron al interior del edificio dejando escapar exclamaciones de descontento. Plácido Penitente sigue á la multitud. ¡Penitente, Penitente! ¡le llamó uno con cierto misterio firma esto! Y ¿qué es eso? No importa, ¡fírmalo!