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Una porción de manos se agitaron en la oscuridad esgrimiendo terribles bastones y paraguas. Y de ambos grupos salió un coro de imprecaciones nada lisonjeras para la raza canina. La confusión y el desorden se apoderaron de todas las cabezas. Los pechos no respiraban más que venganza y exterminio. ¡Matad a ese perro indecente! gritó una voz dominando el tumulto.

Cuando me meta en la cama, trataré de dormir, y si no lo consigo, echarás seis gotas, cuidado... seis gotas nada más de esta medicina en un vaso de agua, y me las darás a beber». Muy abrigado y la cabeza bien envuelta para que no le diese frío, lleváronle a la casa matrimonial, que fue estrenada en condiciones poco lisonjeras. La distancia entre ambos domicilios era muy corta.

A los oídos de Mario no llegaban estos juicios de sus compañeros. Sólo el rumor del público y de sus amigos le traían elogios y plácemes. Los miembros del jurado se mostraban con él deferentes y afectuosos, le ponían la mano sobre el hombro, le decían palabritas lisonjeras.

Las dos damas esperaban ansiosas en el gabinete el resultado de la conferencia, y las impresiones de Barbarita no tenían nada de lisonjeras: «Hija, Baldomero no se nos presenta muy favorable. Dice que es necesario probarlo... ya ves , probarlo; y que eso del parecido será ilusión nuestra... Veremos lo que dice Juan».

Asomose a la tienda, y de un golpe de vista abarcó la menguada granjería, sacando consecuencias poco lisonjeras del estado pecuniario de Encarnación Guillén. ¡Cómo había descendido la infeliz de grado en grado, desde su gran comercio de loza y sanguijuelas de la antigua calle del Cofre, en tiempos desconocidos para Isidora, hasta aquel miserable ajuar de cacharros ordinarios!

A la edad en que otros comienzan a ascender, ya él traía guirnaldas del Olimpo. En un mismo día, y en ocasiones en una misma hora, escribía un discurso, redactaba una carta, pergeñaba una revista, otorgaba una clase, leía un libro, hojeaba un folleto, traducía una fábula, hablaba de cosas fútiles con su familia y de cosas lisonjeras con sus amigos.

Dióle las muestras más patentes y lisonjeras de su predilección; dejó mil veces plantado a todo un círculo de admiradores, y rompiéndole, en los bailes, fué a asirse del brazo del desdeñoso. Para él fueron las más dulces miradas, las más afectuosas sonrisas; todos aquellos signos, en suma, que suelen augurar favor y revelar amor, sin traspasar los límites de la modestia y del decoro.

Créese que pasó en Madrid los últimos años de su vida, y, según todas las probabilidades, trataba á Lope de Vega y á su familia. Dedicó á Marcela, hija de Lope, la primera parte de sus comedias , y Las almenas de Toro, del gran poeta, está dedicada á él, y por cierto con frases muy lisonjeras sobre su talento y las prendas de su carácter.

El perfume de sus pañuelos la embriagaba, deslumbrábale el brillo de sus joyas, y las palabras lisonjeras, insinuantes, con que la envolvía sin cesar arrullaban dulcemente su corazón virginal. Según trascurría el tiempo iba perdiendo paulatinamente aquel humor chancero. Se había hecho más grave, más reservada y tímida. Creció asimismo su susceptibilidad hasta lo indecible.

No, no, Amaury; hay que tener juicio y pensar con sensatez. Jamás me perdonarla yo el haber interrumpido tu carrera precisamente cuando ésta empieza a infundir las más lisonjeras esperanzas. »Yo la miré asombrado, no atreviéndome a dar crédito a mis oídos.