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En verdad que la Audiencia tenía por entonces mucho grave de que ocuparse con los disturbios que promovía en Chile el gobernador Meneses y con la tremenda y vasta conspiración del Inca Bohorques, descubierta en Lima casi al estallar, y que condujo al caudillo y sus tenientes al cadalso.

El nuevo virrey atendió perfectamente a poner en pie de defensa la costa desde Panamá a Chile, y envió eficaces auxilios de armas y dinero al Paraguay y Buenos Aires. Organizó en Lima milicias cívicas, que subieron a cinco mil hombres de infantería y dos mil de caballería, y él mismo se hizo reconocer por coronel del regimiento de nobles, que contaba con cuatrocientas plazas.

Falleció el 18 de marzo de 1800, y fué enterrado en las bóvedas de la iglesia de San Pedro. Grande era la desmoralización de Lima cuando O'Higgins entró a ejercer el mando.

Ribera fué dueño de la espaciosa huerta que conocemos, en Lima, con el nombre de Huerta perdida. Poseía una fortuna de trescientos mil duros, adquirida haciendo vender por sus mitayos higos, melones, naranjas, pepinos, duraznos y demás frutas desconocidas hasta entonces en el Perú.

Su morada en Lima, y la obligacion de sostener con decoro su rango, agotaron su peculio y lo dejaron sumido en la indigencia. Acostumbrado

De Lima se partió muy placentero Por ver que le es fortuna favorable; A Panamá camina muy ligero, Con viento en popa suave y amigable Allega á Panamá con su dinero, Y en breve lo vereis muy miserable: Que ninguna tengo, ni confianza En fortuna, que es cierta su mudanza. En nombre de Dios parte á Cartagena, Y entrega su fortuna á una fragata.

Y el segundo, el que se traslade toda la gente y guarnicion que hoy existe en la isla de Juan Fernandez, y se reuna en la plaza de Valdivia: pues siendo esta la llave de todo el reyno, á ella se debe aplicar todo el cuidado, y la mayor fuerza, siendo escusada la del presidio de Juan Fernandez, porque esta isla estará bastantemente guardada, siempre que se órden á los navios de la carrera que la reconozcan en los viages que hicieren de Valparaiso al Callao, y tengan cuidado de avisar, lo que en ella notasen, á este Superior Gobierno y al de Lima.

De este horroroso caudillo tendremos repetidas ocasiones de acordarnos cuando sea tiempo de referir los sucesos lastimosos que originó á estos reinos. Volvamos ahora á las tropas del vireinato de Lima, y á seguir la série de sus operaciones.

El lujo de las moradas de campaña, tan común en Buenos Aires, Lima y Santiago, no ha entrado aún en Venezuela ni en Colombia.

Y mi madre exclamó entonces doña Luz , ¿no pudo nunca volver a verme desde que volvió de Lima su marido? Pudo volver a ver a V. de lejos, pero nunca abrazarla ni besarla ni hablarla. Su pensamiento, sin embargo, estaba siempre con V. ¡Infeliz madre mía! La Condesa sabía de V. por mi Joaquina.