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Caractéres que no pueden ménos de acompañar el talento de concepcion profunda y cabal; pero que imitados por otro de ménos aventajadas partes, solo indican á veces superficialidad y lijereza, como brilla limpia y trasparente el agua poco profunda, regalando la vista con sus arenas de oro . Qué es el juicio. Manantiales de error.

La virtud no es responsable de los males acarreados por nuestra imprevision ó lijereza; pero el hombre suele achacárselos á ella con demasiada facilidad. «Mi buena fe me ha perdidoexclama el hombre honrado víctima de una impostura; cuando lo que le ha perdido no es su buena fe, sino su torpe confianza en quien le ofrecia demasiados motivos para prudentes sospechas. ¿Acaso los malos no son tambien con mucha frecuencia víctima de otros malos, y los pérfidos de otros pérfidos?

No es pues el sentido quien me ha engañado, sino mi lijereza y precipitacion. La sensacion era tal cual debia ser; pero yo le he hecho decir lo que ella no me decia. Si me hubiese contentado con afirmar que oia ruido parecido al de cañonazos distantes, no hubiera inducido al error á otros y á mismo.

Los que necesitan reglas son los que estando sanos de cuerpo no lo estan de espíritu, y que preocupados de un pensamiento ponen á su disposicion y servicio todos sus sentidos, haciéndoles percibir, quizas con la mayor buena fe, todo lo que conviene al apoyo del sistema excogitado. ¿Qué no descubrirá en los cuerpos celestes el astrónomo que maneja el telescopio, no con ánimo reposado y ajeno de parcialidad, sino con vivo deseo de probar una asercion aventurada con sobrada lijereza? ¿Qué no verá con el microscopio el naturalista que se halle en disposicion semejante?

Esto sucede aun suponiendo mucho trabajo de parte de quien establece la proposicion general; ¿qué será, si atendemos á la lijereza con que se las suele formar y emitir? Las definiciones inexactas. De estas puede decirse casi lo mismo que de los axiomas; pues que sirven de luz para dirigir la percepcion y el juicio, y de punto de apoyo para afianzar el raciocinio.

Podrá muy bien suceder que el fuego del genio permanezca toda la vida entre cenizas, por no haber habido una mano que las sacudiera. ¿No vemos á cada paso que una lijereza extraordinaria, una singular flexibilidad de ciertos miembros, una gran fuerza muscular y otras calidades corporales, estan ocultas hasta que un ensayo casual viene á revelárselas al que las posee?

El viejo Zapican con grande maña El escuadron y gente bien regia, Abayuba el sobrino con gran saña En seguimiento va del que huya. Su grande lijereza es tan estraña, Que nadie por los pies le escabullía, Cheliplo y Melibon, que son hermanos, Pretenden hoy dar fin de los cristianos.

Hay momentos de calma y de tempestad, de dulzura y de acritud, de suavidad y de dureza, de valor y de cobardia, de fortaleza y de abatimiento, de entusiasmo y de desprecio, de alegría y de tristeza, de orgullo y de anonadamiento, de esperanza y de desesperacion, de paciencia y de ira, de postracion y de actividad, de expansion y de estrechez, de generosidad y de codicia, de perdon y de venganza, de indulgencia y de severidad, de placer y de malestar, de saboreo y de tedio, de gravedad y de lijereza, de elevacion y de frivolidad, de seriedad y de chiste, de.... pero adónde vamos á parar, enumerando la variedad de disposiciones que experimenta nuestra alma?

Unos caballeros aventureros y los dragones de Lima y Caravaillo, que llevaban la vanguardia del ejército, salieron á la defensa, y este motivo fué empeñando sucesivamente las demas tropas con el grueso de los sediciosos, y se trabó la accion, en que fueron derrotados completamente, dejando en el campo de batalla un crecido número de cadáveres, sin contar infinitos heridos que retiraron ó se hicieron prisioneros, y aun el mismo José Gabriel Tupac-Amaru lo hubiera quedado, á no haberse libertado por la lijereza de uno de sus caballos, en que emprendió una precipitada fuga, y con tanto aturdimiento, que olvidándose del vado del rio que debia atravesar para ir á Tinta, se arrojó á nado por lo mas profundo, donde estuvo muy cerca de ser sumergido en las aguas, y de acabar en ellas su vida.

Seamos en hora buena cautos en creer la existencia de fenómenos extraños, y no nos abandonemos con demasiada lijereza á sueños de oro; pero guardémonos de calificar de naturalmente imposible lo que un descubrimiento pudiera mostrar muy realizable; no demos livianamente fe á exageradas esperanzas de cambios inconcebibles; pero no las tachemos de delirios y absurdos.