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Le vio cuando llegaba a Venecia para morir en el silencio de los canales, en aquella calma únicamente turbada por el golpe del remo, donde muchos años antes había creído perecer mientras escribía su Tristán, el himno a la muerte, pura y libertadora.

Tiempo ha que adquirí, a costa de mucho oro, la poción libertadora. Contenida está en este lindísimo pomo que pongo sobre mi bufete. El sabio que me la vendió aseguraba que, sin dolor ninguno, en medio de un sueño delicioso, para con suavidad el movimiento del corazón y en las arterias y en las venas cuaja la sangre.

¡Bah! un arañazo... Su influencia mantuvo mejor la disciplina entre aquellos hombres groseros y violentos mejor que las reprimendas de los oficiales, y remontó tan bien su moral, que cuando llegó la columna libertadora, los pobres diablos, que tenían el vientre vacío hacía veinticuatro horas, estaban aprendiendo... la bamboula bajo su alta dirección. ¡Bah! se hace lo que se puede.

Sus pasiones eran las mismas; sus pensamientos, que consideraban propios, eran destellos y reflejos de otros pensamientos remotos; y todos los actos que tenían por buenos o malos merecían esta clasificación inmutable, porque así lo habían decidido los muertos, los tiránicos muertos, a los que el hombre tendría que matar de nuevo si deseaba ser libre realmente... ¿Quién llegaría a realizar esta gran hazaña libertadora? ¿Qué paladín tendría fuerzas suficientes para matar al monstruo que pesaba sobre la humanidad, enorme y abrumador, como los dragones de las leyendas que guardaban bajo su corpachón inútiles tesoros?...

Inconvenientes de la gloria dijo Flimnap, bajando los ojos como avergonzado de su deserción . Mi deseo era acompañarle, pero ahora soy un personaje popular; según parece, estoy de moda gracias á usted, y los señores del gobierno municipal quieren que vaya con ellos al templo de los rayos negros para pronunciar un discurso en honor de nuestra sabia libertadora.

¿De modo, que yo que ansiaba que llegase el momento de ver á mi libertadora, me encuentro con una especie de hermosísimo fraile que me predica un sermón de cuaresma? Esto no puede ser.

En cambio, con qué vigor se levanta de entre esa hojarasca de pasiones o ideas el fuerte soplo emocional de la «epopeya»; cómo germina la simiente del «mito» entre el polvo ya helado de sus hechos perecederos; cómo se siente resonar en sus páginas las caballerías pampeanas columna conquistadora, malón indígena, falange libertadora o montonera rebelde cuando pasan acordando su trote nocturno al ímpetu de esa prosa arrolladora.

No hay después necesidad de libertarlo con violencia, porque, con ayuda de la Infanta de Navarra, se ha evadido de su prisión, juntándose, sin contratiempo, á sus leales súbditos, y desposándose en seguida con su libertadora. En el acto tercero aparece el Conde de nuevo en León para cumplir sus deberes.

Los dos huyen juntos, pero Ludovico no la ha querido nunca sinceramente y determina matar á su libertadora, porque, al parecer, le estorba en su huída; en efecto, ejecuta su propósito en un bosque sombrío, por donde pasa un camino, y recorre luego el mundo en compañía de un campesino que se le agrega.