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Usándose actualmente este nombre para designar la citada mision, he creido deber conservarlo, aunque no es tal la denominacion que se daban los naturales, llamándose en su lengua Huachi. Mas tarde el cura y el administrador les dieron el de Chapacuras, originado tal vez de los Tapacuras que se encuentran en los autores antiguos.

Miraban de lejos aquella ciudad a la que no habían podido descender, como miran los presos en conducción paisajes y estaciones por las aberturas de un vehículo celular. Lo único que conocían de esta tierra eran las frutas que unos vendedores negros les arrojaban desde el muelle.

Ya las amistades y parentescos estaban tan explotados, que si se tiraba un poco más de la cuerda, era fácil que se rompiera. Los más generosos empezaban a poner mala cara, y los cicateros, cuando se les iba a cobrar la cuota, decían que no estaban en casa.

¡Vamos, que les digo á ustedes, que entre las muchas gangas que posee un marido, jamás pudimos creer podría llegar á tener la de ponerse á parir. El pobre cabezang Pedro como dejamos dicho murió, no de una ilusoria creencia sino de una real y efectiva fiebre palúdica.

Melchor y Baldomero les referían la breve historia de aquel hombre desgraciado, especie de «Don Alvaro» del desierto, a quien la fatalidad le había puesto más de una vez en la boca del trabuco o en la punta del cuchillo el corazón de las personas a quienes más quiso en la vida.

10 Cuando estuvo solo, le preguntaron los que estaban cerca de él con los doce, sobre la parábola. 11 Y les dijo: A vosotros es dado saber el misterio del Reino de Dios; mas a los que están fuera, por parábolas todas las cosas; 12 para que viendo, vean y no perciben; y oyendo, oigan y no entiendan; para que no se conviertan, y les sean perdonados los pecados.

»Sin embargo, la considerable altura á que éste se encontraba, en la ladera misma de la sierra, y los augurios de algunas personas del inmediato pueblo de Quacos, hicieron pronto temer á los ermitaños que les fuera imposible habitar la Ermita del Salvador en la estación de las nieves y las aguas.

Clara las tomó, las besó mil veces, les puso agua, las acarició, se las puso en el seno, en la cabeza, y no pudo menos de mirarse al espejo con aquel atavío; las volvió á poner en el agua, y, por último, las dejó quietas en un búcaro, que tuvo la imprudencia de colocar donde Coletilla ponía su bastón y su sombrero cuando llegaba de la calle. ¡Oh!

El joven sacó un fósforo y se puso a dar chupetones al cigarro con emoción. Salieron de la casa emparejados y bajaron lentamente por la calle disfrutando del bienestar voluptuoso que sienten las naturalezas poderosas después de una comida abundante. Parecían dos cedros gigantes, majestuosos, orgullosos de su altura. Y guardaban el mismo silencio que ellos cuando no les sopla el viento.

15 Y los ungirás como ungiste a su padre, y serán mis sacerdotes; y será que su unción les será por sacerdocio perpetuo por sus generaciones. 16 Y Moisés hizo conforme a todo lo que el SE