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Muy niña aún, permanecía al lado del fogón con su libro de lecciones o vigilaba la lejía al mismo tiempo que hacía sus redacciones. Desde que fue mujer, agregó todos los deberes que le imponía mi instrucción a las preocupaciones sin número que da una gran casa a la que la dirige.

En cuanto al lavado de sus ropitas, no tenéis que dirigiros sino a , porque puedo hacer eso sin esfuerzo cuando preparo la lejía. ¡Ah! querido angelito. Me permitiréis que traiga a mi pequeño Aarón uno de estos días; le mostrará el carrito que su padre le ha fabricado y el perrito negro y blanco que está criando.

Otra que carece de hojas, y abunda en todo el curso del Salado, y en las costas de las lagunas salobres hacen ceniza, y con esta una lejìa con que hacen un excelente encarnado, poniéndole un poco de agrio de limon. La conocen algunos tintoreros de Buenos Aires, y no falta quien diga podria suplir la orchilla. Si así fuese hay infinito en toda la pampa, desde los sitios nombrados hasta Patagones.

Empezó a frotar. ¡María Santísima y qué primer agua la que salió de aquella empecatada carita! Lejía pura, de la más turbia y espesa. Para el pelo fue preciso emplear aceite, pomada, agua a chorros, un batidor de gruesas púas que desbrozase la virgen selva.

-Digo, señora -respondió él-, que en las cortes de los otros príncipes siempre he oído decir que en levantando los manteles dan agua a las manos, pero no lejía a las barbas; y que por eso es bueno vivir mucho, por ver mucho; aunque también dicen que el que larga vida vive mucho mal ha de pasar, puesto que pasar por un lavatorio de éstos antes es gusto que trabajo.

No pensaba en desgracia alguna, cuando me han avisado que un niño ha caído dentro de la lejía caliente que su madre tenía para limpiar la ropa: ha sido un gran descuido. Espero salvar a la pobre criatura. 2 de septiembre de 1801. Estoy enferma de inquietud y sobresalto. Ayer fuimos otra vez castigados por una horrorosa tempestad que ha acabado de destruir nuestras cosechas.

318 Dentré a campiar en seguida al viejito enamorao- el pobre se había ganao en un noque de lejía. ¡Quién sabe cómo estaría del susto que había llevao! 319 ¡Es zonzo el cristiano macho cuando el amor lo domina!

Desvívase usted por dar gusto en todo a una persona, por tenerle las cosas a punto, por cuidarla cuando está enferma... Tuéstese usted la cara al lado del fuego todo el día... Métase en el río hasta media pierna para lavar la ropa, y coja un reumatismo... Pase las noches en claro, cuidando de la lejía... Y mañana u otro día, si falta esa persona, irá una, si a mano viene, a pedir una limosna... mientras la familia, que en la vida se ha acordado del santo de su nombre, se divertirá y triunfará en grande con el dinero que le quede...

- quiero -respondió Sancho con mucha cólera-, pero querría que fuese con toallas más limpias, con lejía mas clara y con manos no tan sucias; que no hay tanta diferencia de a mi amo, que a él le laven con agua de ángeles y a con lejía de diablos.

La mesa estaba cubierta con un mantel de granillo, con lista roja en el borde, y sobre su dudosa blancura de lejía casera destacaban cinco platos y otros tantos cubiertos con sus panes: bizcochada para doña Manuela, que tenía pocos dientes, panecillos bajos para Pepe, Leocadia y Millán, y para don José rosca muy cocida, pues el viejo hacía alarde del poder de sus mandíbulas, única fuerza que le quedaba.