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Nuestra costurera, una tal Antonia Gutiérrez, que había tenido un desliz y cuyo hijo había muerto, fue nodriza de V. Después murió también la costurera, y yo arreglé de modo, con la venia de los parientes de la chica, que V. pasase por su hija, a fin de hacer la legitimación.

Inés con D. Diego de Rumblar, previa legitimación de aquélla, por lo que llaman autorización del Rey, con lo cual ambos derechos se funden en uno solo, evitando cuestiones. En cuanto al punto más difícil, la Sra. Marquesa lo ha resuelto al fin de un modo ingenioso y seguro. La niña ha entrado al fin con pie derecho en la familia.

Lo cierto es que ha pedido salir del convento con gran regocijo de sus parientes, y ahora marchan todos a Madrid para las diligencias de la legitimación, porque ya sabes que... : yo había entendido que esa joven era hija de la Sra. Condesa. ¡Calla, deslenguado procaz! ¿Qué has dicho? La Sra. Condesa, prima de mi señora, ¿había de tener semejantes tapujos?

Yo que la habéis recogido; yo que está en un convento; yo que su boda con el conde de Rumblar está concertada; yo que para realizarla se han tenido en cuenta poderosos intereses de ambas familias, que la hacen imprescindible; yo que para llevar a efecto la legitimación se ha consumado una superchería poco digna de personas como...»

La actual condesa de Rumblar, enterada de la aparición de una heredera, anunció a mi ama que entablaría un pleito, y vea usted aquí el motivo de que en casa se haya trabajado tanto por la legitimación. Por fin, las dos familias acordaron evitar la ruina de un pleito, y se han puesto de acuerdo sobre esta base: casar a la Srta.

Mi sobrina y yo iremos a convencerte, y en tanto disponemos el viaje a Madrid, adonde nos acompañarás, porque tu presencia es indispensable a las diligencias de tu legitimación, saldré dijo Inés cuando acabó de leer la carta . Ya no quiero estar más aquí. ¿Pues qué, estabas decidida a profesar? , muy decidida. No tenía yo más consuelo que la idea de encerrarme aquí para siempre.

Advierto a usted que desde que la trataron, ambas la quieren mucho, y se desviven por decidirla a que salga del convento. Cuando la Sra. Condesa recibió la carta de usted, en que le proponía la legitimación por subsiguiente matrimonio, mostróla a su tía, y ésta, furiosa y fuera de , preguntó si quería deshonrarse para siempre siendo esposa de semejante perdido.