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Hoy me encontré al Sr. D. Carlos Moreno Trujillo». Quedose Doña Paca suspensa, y poco faltó para que se le cayera de las manos el plato que estaba lavando. «D. Carlos... Pero ¿has dicho D. Carlos? Y qué... ¿te habló, te preguntó por ? Naturalmente, y con un interés que... ¿Es de veras?

Arrodillada sobre una piedra ancha y lisa una campesina estaba lavando, inclinada la cabeza y al parecer dándose gran prisa para acabar cuanto antes su faena... Al rumor de los pasos de Delaberge, levantó curiosamente la cabeza y suspendió el trabajo para mirar de hito en hito al paseante.

Sólo recuerdo de ella que era muy hermosa, o al menos a me lo parecía. Desde que quedó viuda, se mantenía y me mantenía lavando y componiendo la ropa de algunos marineros. Su amor por debía de ser muy grande.

La Virgen María cosiendo, lavando y cuidando de la casa; San José trabajando en su carpintería, y el Niño Dios yendo a la fuente por agua con el cántaro al hombro o en otros menesteres por el estilo, o entreteniéndose en juegos infantiles con muchachos de su edad, son harto difíciles de ser representados con el conveniente decoro.

Una mañana me acerqué al faro de las Ánimas. Al asomarme a la plataforma vi a uno de los chicos del torrero y le pregunté: ¿Está tu hermana? ¿Quién, Quenoveva? . Aquí está. Bajé, y me encontré a la muchacha, despeinada, con las piernas desnudas, envuelta en una falda hecha jirones. Estaba lavando. Al verme, se levantó avergonzada; yo la tranquilicé y le expliqué a lo que iba.

Las mujeres los ayudaban, y unas veces en las eras, otras en casa amasando y cociendo la borona, otras por fin en el río lavando su ropa manchada por el polvo y el sudor, riendo y cantando siempre, esparcían por el valle la alegría.

El otro perdíase bajo un oleaje de arrugas concéntricas que parecían afluir a la cuenca negruzca y hundida. El señor Juan no contestó. Con nervioso impulso corrió a la cocina, llamando a la señora Angustias. Pero mamita, ¿quién es esa mujer, esa tuerta roía que está lavando er patio? ¡Quién ha de , hijo!... Una probe.

Si me privo de todo, me muero de pena, y si no me privo me deshonro... ¡Oh Dios!, ¡quién fuera cursi, quién fuera populacho!... Me pasaría la vida haciendo cigarros, lavando ropa, comiendo bodrio, durmiendo en un jergón asqueroso; me casaría con un cafre hediondo, tendría un chiquillo cada año, viviría como una bestia, toda imbécil, toda sucia...; ¡pero sería feliz como son felices los que no conocen el dinero!... ¿Qué es mejor, ser una piedra, que se está donde la ponen, o ser una criatura racional que quiere ir a alguna parte? ¡No , no ! ¡Benditos sean los adoquines, que ni siquiera sienten los pisotones que les dan!... Vaya, vaya, qué duro es este sofá.

Amanecía ya, y érale forzoso levantarse para ganar un mísero jornal, lavando en el río. Cogió á Gilito en sus brazos, y le puso de rodillas, medio dormido, delante de una estampita del Niño Jesús de Praga que había pegada en la pared, sobre la misma cama.

Ya lo ve usted, trabajando como un negro para los demás y teniendo miseria sobrada. ¿Sigue usted lavando? De algún modo se ha de ganar el pan... Pero es un endiablado oficio; estoy medio muerta de reumatismo... No ha tenido una buena suerte... No todos nacen con estrella, como el Príncipe y su mujer... Estos han hecho ya lo suyo y pueden ahora cruzarse de brazos.