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En un habar, entre las matas, un labriego va entrecavando la tierra dura. Sobre una manta, echado en el lindero, cabe a un cantarillo de agua, un perro gruñe sordamente cuando me acerco. Buenas tardes grito al labriego. Buenas tardes, señor contesta. Luego se allega, y hablamos sentados mientras él fuma. ¿No tiene usted agua para regar sus tierras? le pregunto.

Fue voluntad suya y mía, para que nada extraño a la obra misma preocupase mi juicio, y no hablasen en favor de ella intimidades de las que forzosamente nacen entre el crítico y el libro que va a juzgar, cuando él ha asistido a la elaboración de este libro, embriagándose con el fervor de la producción ajena, y participando de ella en algún modo.

Petra.... ¡Es ella quien me hace tan desgraciado, quien me arroja en este pozo obscuro de tristeza, de donde ya no saldré aunque mate al mundo entero; aunque haga pedazos a Mesía y entierre viva a la pobre Ana!... ¡Ay, Ana también va a ser bien infeliz!». La catedral dio ocho campanadas. «¡Las ocho! Ahora debía yo despertar... y no sabría nada». Este pensamiento le avergonzó.

Debemos enumerar especialmente, entre estas composiciones, las que escribió Roswitha, noble abadesa de Gandersheim, imitadas de antiguas leyendas cristianas, ya estuviesen destinadas á la representación, ya no, como parece más probable, sino sólo á servir de piadoso solaz á las monjas de su monasterio.

Los balcones estaban cerrados; apenas si se veía algún rectángulo de luz en las obscuras fachadas. Agrupábase la gente en las mesillas exteriores de los cafés y horchaterías. Sentábanse ante los portales las tertulias en corrillo, obstruyendo las aceras. En muchas ventanas colgaba el botijo rezumando agua.

Y comieron todos, y hartaronše: Y alçaron lo que šobró, los pedaços, doze ešportones llenos. Y los que comieron fueron varones como cinco mil: šin las mugeres y mochachos. Y luego IESVS hizo

Gabriel vio a su sobrino el Tato vestido con ropón de escarlata, como un noble florentino, dando golpes en las losas con la vara para asustar a los perros. Discutía con un grupo de pastores de la sierra: hombres negruzcos y retorcidos como sarmientos, con chaquetones pardos y abarcas y polainas; hembras con pañuelos rojos y faldas mugrientas y remendadas que pasaban de generación a generación.

Esta es abundante y de consistencia, con color muy vario, pero generalmente es serosa y acre; las reglas son escasas ó suprimidas, y aun cuando persistan con abundancia, hay laxitud y padecimientos que dan á este flujo un carácter pasivo.

Salguero se entusiasmaba recordando estas grandes aglomeraciones de bestias necesitadas de esquileo, los encuentros de las familias gitanas procedentes de los más lejanos extremos de la Península.

A las nueve de la noche en verano, y a las ocho o antes en invierno, mandaba acostar a los niños, y desde entonces, hasta las once, y a veces hasta más tarde, tenía tertulia, en la cual se discreteaba, y a la cual rara vez asistía el señor Roldan, que no presumía ni podía presumir de discreto, y a quien las discreciones de su mujer pasmaban y enorgullecían, pero al mismo tiempo le excitaban al sueño.