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Una idea era lo que yo necesitaba, y más que una idea, valor, , valor para lanzarme... De repente noté que aquel valor tan deseado entraba en , pero un valor tremendo, como el de los soldados cuando se arrojan sobre los cañones enemigos... Trinqué la mantilla y me eché a la calle. Ya estaba decidida, y no crean, alegre como unas Pascuas, porque sabía lo que tenía que hacer.

A lo mejor, grandes doseles de granito con lambrequines de zarzas y escaramujos raspándome la cabeza, mientras que por el lado derecho me punzaban las espinas de los escajos, y el más ligero resbalón de mi cabalgadura podía lanzarme a las simas de la izquierda.

Tengo otra razon mas para odiar á Rosas, y la publicacion de estas Rimas es mi venganza. Odio á Rosas, no solo porque ha sido el verdugo de los Argentinos, sino porque á causa de él he tenido que vestir las armas, correr los campos, hacerme hombre político y lanzarme á la carrera tempestuosa de las revoluciones sin poder seguir mi vocacion literaria. Hoy mismo, en medio de las embriagantes agitaciones de la vida pública, no puedo menos de arrojar una mirada retrospectiva sobre los dias que han pasado, y contemplar con envidia la suerte de los que pueden gozar de horas serenas entregados en brazos de la musa meditabunda. Cuando esto me pasa, se me viene á la memoria un cuento que en otro tiempo me hizo reir, y que hoy me hace suspirar, tal es la profunda verdad que encierra. Oiga el cuento, por fin de carta. Un pobre pastor, hablando consigo mismo, se decia: ¡Ah! si yo fuera rey!.... Y bien, qué harias? preguntóle uno que le oia, sin él advertirlo. ¿Qué haria? dijo el pastor, ¡cuidaria mis ovejas á caballo! Digo lo mismo. Si fuese rey haria versos. Y sin embargo, es probable que en el resto de mi vida no haga una docena de versos: BARTOLOM

No tengo ya ni fuerzas, ni valor, ni energía para lanzarme á un mundo extraño, inmenso, erizado de dificultades, y lanzarme solo. Era esta la última expresión del abatimiento de un espíritu quebrantado. Le faltaba la energía para aprovecharse de la fortuna más favorable que parecía estar á su alcance. Repitió la palabra. ¡Solo, Ester! no irás solo, respondió Ester con profundo acento.

Y la mejor prueba de que me equivocaba de medio a medio, es que estoy escribiendo el prometido libro, aunque confieso que ni me puede servir a para lanzarme a la política, ni tiene nada que ver con el Tirol. Y bien puedo añadir que tampoco merecería la aprobación de la Condesa mi cuñada, suponiendo que yo lo sometiese a su severa censura; cosa que me guardaré muy bien de hacer.

No hablemos más de esto... no hablemos más... En suma, lo que yo quería decir, es que miss Percival me encuentra muy bonito, muy gracioso, muy entretenido; pero en cuanto a tomarme a lo serio... jamás me tomará a lo serio esa personita. Voy a lanzarme sobre madama Scott, pero sin gran confianza... Mira, Juan, yo me divertiré mucho en esta casa; pero no sacaré ningún provecho de aquí.

Antonieta se arrojó sollozando a los pies de Sarto, a quien sólo pudo decir que me había visto lanzarme al agua desde el otro extremo del puente. ¿Y el prisionero? le preguntó el coronel. Pero ella se limitó a mover negativamente la cabeza, y Sarto, Federico y sus acompañantes cruzaron en silencio el puente, hasta tropezar con el cadáver de De Gautet.

En medio de mis diarias y prosaicas obligaciones era mi deseo, quizás insensato, lanzarme en alas de la imaginación á siglos remotos, ó tratar de crear las apariencias de la vida con materiales aéreos, cuando, á cada instante, la impalpable belleza de mis burbujas de jabón se deshacía al rudo contacto de algo real.

No había, pues, más remedio que hacer lo que hice, y salvarme... Caiga el que caiga. El mundo es así. Debía yo salvarme, ¿ o no? Pues debiendo salvarme, no había más remedio que lanzarme fuera del barco que se sumergía. En los naufragios siempre hay alguien que se ahoga... Y en el caso concreto del abandono, hay también mucho que hablar. Ciertas palabras no significan nada por .

Quise lanzarme en su seguimiento, pero, en el mismo instante, la luz, la voz, el fantasma, todo se desvaneció con mi desvarío y no abracé más que el vacío. 23 de octubre.