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Naturalmente, él también escribía a usted... a la lista del correo, como me hacía usted escribirle... Es lamentable, Luciana, que haya usted destruido esa interesante correspondencia, que hubiera podido indicar el grado más o menos excusable de su ligereza... ¿Por qué las ha quemado usted? No merecían mejor suerte. ¿Eran cartas de amor? Las suyas, ... yo respondía en otro tono.

Una mañana, meditando sobre esta lamentable situación, ocurrióseme la idea de consultar a las tres personas que me era dado ver todos los días: Juan el quintero, Petrilla y Susana. Como esta última había vivido en C *, decidí que sus apreciaciones debían de estar basadas en una gran experiencia y por consiguiente la dejé para postre.

Desde aquí había escrito a Núñez una carta anunciándole que estaba resuelta a cortar el lazo amoroso que los unía. No queriendo decirle el motivo real que a ello le impulsaba y no siendo extremadamente hábil en el género epistolar, se perdía en una serie lamentable de frases sin sentido, reticencias y exclamaciones inútiles.

Aunque era de facciones correctas, llorando se ponía muy feo, muy ridículo, con un gesto parecido al que daba a su cara la música más sentimental, interpretada en la flauta de Valcárcel. Su hijo, su pobre hijo, lloraba así: feísimo, risible y lamentable también. Pero... ¡era su retrato! , lo era con aquella expresión de asfixia.

Fue Sarmiento, en nuestro país, el que contribuyó más eficazmente a barrer del espíritu argentino con la difusión de las luces por la educación común, esa lamentable basura moral, que es el gobierno de los niños por el miedo al cuco y de los adultos por el miedo al diablo.

A las cinco de la mañana del dia 11 se veia ya el lamentable espectáculo de muchos muertos, tendidos por las calles, desnudos y tan despedazados, que era preciso examinarlos con gran proligidad para conocerlos.

El haber sido testigo presencial de la muerte del marqués, y hasta «la casualidad» de haberle «precedido», inmediatamente «en el uso de la palabra», le proporcionaron motivos para entretener largamente a aquellas señoras con minuciosos pormenores sobre el lamentable acontecimiento, cuando no se hablaba en la casa de otro asunto.

Don Paco, ocultando el lugar de donde era y sin declarar su nombre, dijo que yendo de camino se había extraviado, no sabía dónde estaba y buscaba albergue en que pasar la noche. El boyero, que era piadoso, movido a compasión por la lamentable voz de don Paco, salió de debajo del cobertizo, vino a él, le tomó de la mano y le sirvió de guía.

Los zapatos que soportaban tan lamentable edificio habían perdido la forma y el color. La ropa blanca, ese distintivo de la limpieza y del bienestar, no asomaba ni por el cuello ni por las mangas. Algunas veces, al pasar por un charco, el vestido se levantaba por un lado y dejaba ver una media de lana gris y un sencillo refajo de algodón negro.

El ruido que forman es hechizo, Celando, y encubriendo su contento Con un fingido y falso sentimiento. Al tono de este caso doloroso, Diremos otro aquí mas lamentable. En Mizque, valle fertil, provechoso, Baco tiene asiento favorable, Estaba Gil Gonzalez, hombre honroso, A su esposa y muger muy amigable: Al parecer tambien ella le amaba, Y como á su marido regalaba.