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Yo soy capaz hasta de sofocar mis sentimientos haciendo por tu felicidad el sacrificio de la mía. no me conoces, ni aciertas á juzgarme, ni ves en esta empresa que acometo otra cosa que una intención dañada y vil. Si viera junto á ti á alguna persona capaz de sacarte de esta miseria, no me opondría á que me dijeras, como me has dicho, que no me quieres ver.

Estoy, pues, aquí a solas con mi conciencia para juzgarme y condenarme yo mismo. »Reconozco que he sido injusto y cruel; he herido sin compasión dos corazones puros, generosos y que me aman. He causado un desmayo de pena a mi hija, criatura tan delicada que basta un soplo para hacerla caer al suelo.

Por un lado la noticia de que mi amistad con las monjas llamaba la atención de los bañistas hasta el punto de juzgarme enamorado de una de ellas, me molestaba de un modo indecible.

El otro joven oía con mucha atención aquel relato, hecho con toda la veracidad posible. Yo seré franco, y no ocultaré á usted mis sentimientos, mis primeras intenciones continuó para que pueda usted juzgarme mejor.

Malespina se quedó solo conmigo, y entonces creí que iba a callar por no juzgarme persona a propósito para sostener la conversación. Pero mi desgracia quiso que él me tuviera en más de lo que yo valía, y la emprendió conmigo en los siguientes términos: «¿Usted comprende bien lo que quiero decir? Siete mil toneladas, el vapor, dos ruedas... pues.

Señora, usted puede juzgarme como guste, pero en el suceso de hoy, no ha habido malicia por mi parte. Yo me vuelvo loca repuso la señora . Por todas partes asechanzas, celadas, inicuos planes. No hay defensa posible; son inútiles las precauciones; de nada sirve el aislamiento; de nada sirve el apartarse de ese corruptor bullicio.

Procede, pues, que yo me aparte del mundo y busque el favor del cielo. Ya sabes cuánto he repugnado hasta aquí entrar en religión. No me juzgaba merecedora de ser esposa de Cristo. En esto no he variado, sino para juzgarme aún menos merecedora. En lo que he variado es en reconocer que, por mala que sea una persona, jamás debe desesperar de la bondad de Dios.