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Conviene también, para aplicar el justo criterio al examen de estas obras, esforzarse mentalmente en pensar y sentir en materias de religión como el público que las escuchaba; no olvidando cuánto y cuán diversamente penetraba la religión en la vida de los españoles, y cómo la Iglesia favorecía por su parte este medio de simbolizar y presentar al pueblo todos sus dogmas.

17 [Tsade] Justo [es] el SE

6 Si pecares, ¿qué habrás hecho contra él? Y si tus rebeliones se multiplicaren, ¿qué le harás ? 7 Si fueres justo, ¿qué le darás a él? ¿O qué recibirá de tu mano? 9 A causa de la multitud de las violencias clamarán, y darán voces por la fuerza de los muchos. 10 Y ninguno dirá: ¿Dónde está Dios mi hacedor, que da canciones en la noche?

Una joven que con justo orgullo se estima á misma, había concebido el temor de que sus pretensiones amorosas sólo se dirigían á su fortuna; ha querido cerciorarse de ello, y no le cabe duda alguna. Tengo el honor de saludarle. En seguida, amigo mío, fuí á reunirme con las señoras, que me saltaron al cuello.

24 Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, ellos estén también conmigo; para que vean mi claridad que me has dado; por cuanto me has amado desde antes de la constitución del mundo. 25 Padre justo, el mundo no te ha conocido, mas yo te he conocido; y éstos han conocido que me enviaste;

No es por cierto mi intención trazar aquí un bosquejo histórico de la literatura colombiana, bien conocida en América y apreciada en alto grado por los críticos más ilustrados de la madre patria. Colombia ha producido, desde los primeros días de su vida independiente hasta hoy, poetas galanos, prosistas pensadores y hombres de ciencia, de los que con justo título está orgullosa.

D. Carlos, después de anotar, gozando mucho en ello, la cantidad desembolsada, despidió a Benina con un gesto, y mudándose de capa y encasquetándose el sombrero nuevo, prenda que no salía de la caja sino en días solemnes, se dispuso a salir y emprender con voluntad segura y firme pie las devociones de aquel día, que empezaban en Montserrat y terminaban en la Sacramental de San Justo.

¿E perché no? repitió, en italiano, dirigiéndose a la mesa, un señor ricamente vestido, que llevaba en todos los dedos sortijas de diamantes. ¡El, ministro! Eso es justo, y, ¡es poco aún!... Con una voz semejante debería ser príncipe... ¡o rey! ¡Hay tantos que no lo merecen!

Dió por terminado el récipe don Bernardino, y Jacintito, mordiéndose los labios de coraje, se preguntaba si era cuerdo, si era justo, que le sepultaran a él en una oficina, cuando tantas disposiciones tenía para el comercio. Y concluía opinando, que no era ni justo ni cuerdo sino, simplemente, un disparate.

Al tratar ya en particular de sus dramas, hablaremos primero, como es justo, de El alcázar del secreto, el más famoso suyo en España, hace mucho tiempo. Su fábula y traza es muy ingeniosa, y hay claridad y transparencia en su desempeño, aunque se desearía que careciese de cierta tendencia á la ópera.