United States or Lithuania ? Vote for the TOP Country of the Week !


En resúmen, si esta poblacion quisiese aprovechar todos los recursos de que se encuentra rodeada, dedicándose con mas ahinco, á la cria de los ganados, á la agricultura en el seno de esa tierra tan fértil y en donde la naturaleza le brinda sus tesoros á manos llenas, á la estraccion juiciosamente graduada de la cascarilla y al laboreo, en fin, de las minas de oro y de plomo, que se dice haber en la sierra de Santa-Clara, no hay duda que conseguiría duplicar sus riquezas; mas para esto seria preciso vencer primero esa apatía natural, que conduce á estos indígenas á no trabajar sino lo muy medido para procurarse las cosas indispensables á la existencia.

Quevedo se lo arrancó y tiró su contenido. Luego tomó el jarro y lo arrojó: Soy vuestra madre dijo ; dejémonos de locuras, y ya que os tengo aquí sola y encerrada, ya que me tenéis á mi, hablemos juiciosamente, hija mía. ¿Creéis que yo soy malo? ¿Quién sabe lo que vos sois? Yo soy un hombre que busca aire que respirar y no le encuentra. ¡Vos venís á buscar aire de vida á la corte!

Además ¿no hay también horas menos ruidosas? Cuando Gertrudis dice: «Juan, ven a cantar», se sientan juiciosamente uno al lado del otro en el emparrado, o cuando se pasean lentamente a la orilla del riachuelo; y cuando Martín ha encendido su pipa y está dispuesto a escucharlos, sus voces resuenan claras y vibrantes en la sombra de la noche. Bien pronto llegan instantes de solemne encanto.

Además tenían prevención para vigilar a cualquier persona desconocida que transitase por las calles. Entre los vecinos se había convenido juiciosamente no dejar la acera a nadie desde las diez en adelante como no fuese a un amigo. Sabida es de todos la enorme influencia que tiene en la criminalidad esta costumbre de dejar la acera.

Encontraron un asilo en Conil; allí contaron detalladamente el prodigio, y este relato, ya desnaturalizado por ellos, tomó, al pasar por los labios de los campesinos de Conil y sus alrededores, un carácter tal, que ya no se trataba de una tartana, sino de un inmenso navío, tripulado por legiones de demonios que vomitaban llamas, con sus alas de fuego, y llevando a la cabeza al gitano o mejor dicho, al mismo Satanás, como ya se dijo juiciosamente en la barbería de Flores , que se había precipitado al fondo del Océano, en el momento en que la tartana se hundía a los cañonazos del guardacostas; en fin, una historia digna del Romancero, pero que, por absurda que fuese, y según la predicción del gitano, tuvo durante largo tiempo a todo el litoral en jaque y llevó a su límite máximo el terror que inspiraba el nombre del condenado.

La severa doña Mencía advirtió entretanto que atormentaba a veces su alma cierto arrepentimiento de haber empleado con el rapaz severidad sobrada. Allá a sus solas pensaba en él casi de continuo, y se complacía en saber lo mucho que su reprimenda había valido, y cuán juiciosamente se conducía el mozo.

No hables mal de Santa Irene de Campó, una villa ilustrada, donde se encuentran hoy muchas comodidades y una sociedad distinguida. También han llegado allá los adelantos de la civilización... de la civilización. Andando a mi lado juiciosamente puedes admirar la Naturaleza; yo también la admiro sin hacer cabriolas como los volatineros.

El pueblo pensó, y pensó juiciosamente, que don Baltasar no venía en pos de logros y granjerías, sino en busca de honra, y lo acogió con vivo entusiasmo. Sus primeros actos administrativos fueron organizar la escuadra en previsión de ataques piráticos, artillar Valparaíso, fortificar Arica, Guayaquil y Panamá, y reparar los muros del Callao, aumentando a la vez su guarnición.

Si el proyecto de la Condesa de Husson marcha bien, he aquí algo que compensará mis pérdidas en Ascot pensó juiciosamente. Este rubí sentará deliciosamente en la mano de miss Maud. Haré rehacer el engaste con algunos brillantes; un anillo más relumbrante se armonizará mejor con su género de belleza.

Usted ya me dijo eso otra vez, señor duque; pero aquel día me causó menos placer que hoy. La señora Chermidy colocó la inscripción de renta en un cajón y se guardó mucho de venderla. Aquella mujer tenía el instinto de lo sólido y desconfiaba juiciosamente de la inestabilidad de las cosas humanas. El duque fue, desde aquel momento, el asociado de su hermosa amiga.