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Lo único que me han contado es que mi mujer a muerto; que en procuras de un muchacho se jue la infeliz al pueblo, donde infinitas miserias habrá sufrido, por cierto; que, por fin, a un hospital jué a parar medio muriendo, y en ese abismo de males falleció al muy poco tiempo. Les juro que de esa pérdida jamás he de hallar consuelo, muchas lágrimas me cuesta dende que supe el suceso.

107 Yo no tenía ni camisa ni cosa que se parezca; mis trapos sólo pa yesca me podían servir al fin... no hay plaga como un fortín para que el hombre padezca. 108 Poncho, jergas, el apero, las prenditas, los botones, todo, amigo, en los cantones jue quedando poco a poco; ya me tenían medio loco la pobreza y los ratones.

752 Cuando mozo jué casao, aunque yo lo desconfío, y decía un amigo mío que, de arrebatao y malo, mató a su mujer de un palo porque le dió un mate frío. 753 Y viudo por tal motivo nunca se volvió a casar; no era fácil encontrar ninguna que lo quisiera: todas temerían llevar la suerte de la primera.

1010 Estos diablos de milicos de todo sacan partido: cuando nos vían riunidos se limpiaban los hocicos. 1011 Y decían en los jogones como por chocarrería: "Con La Bruja y Picardía van a andar bien las raciones." 1012 A no me jué tan mal, pues mi Oficial se arreglaba; les diré lo que pasaba sobre este particuiar.

1127 Y suplico a cuantos me oigan que me permitan decir que, al decidirme a venir, no sólo jué por cantar, sino porque tengo a más otro deber que cumplir. 1128 Ya saben que de mi madre jueron diez los que nacieron, mas ya no esiste el primero y mas querido de todos: murió por injustos modos a manos de un pendenciero.

Es, como si dijéramos, la huerta de esta casa... Vuelve a subir el terreno después de una larguísima hondonada, pero con otro ropaje más basto y más bravío, y acaba en una gran mancha verdinegra que se esparce a un lado y a otro... Eza mancha jué lo negro que yo vide. dijo Catana sin poderse contener.

Y añadió melancólicamente: No estaría yo aquí si viviese el marqués de San Dionisio, aquel señó tan resalao que jué el padrino de mi pobresito José María. Y señalaba a Alcaparrón, que abandonó su cuchara para erguirse con cierto orgullo al oír el nombre de su padrino, el cual, según afirmaba Zarandilla, había sido algo más para él.

Completan su sacrificio no dándole ni un papel que acredite su servicio. 989 Y tiene que regresar más pobre de lo que jué; por supuesto, a la mercé del que lo quiere agarrar. 990 Y no averigüe después de los bienes que dejó: de hambre, su mujer vendió por dos lo que vale diez. 991 Y como están convenidos a jugarle manganeta, a reclamar no se meta, porque ése es tiempo perdido.

595 Ansí jué, no aguardó más y me atropelló el salvaje; es preciso que se ataje quien con el indio pelee; el miedo de verse a pie aumentaba su coraje. 596 En la dentrada no más me largó un par de bolazos; uno me tocó en un brazo; si me da bien, me lo quiebra, pues las bolas son de piedra y vienen como balazo.

956 Me dentro curiosidá, al ver que de esa manera tan siguro me dijera que jué mi padre un bandido; luego, lo habrá conocido, y yo inoraba quien era. 957 Me empeñé en aviriguarlo; promesas hice a Jesús; tuve por fin una luz y supe con alegría que era el autor de mis días el guapo sargento Cruz.