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Uno de ellos llamó la atención de Leonora. Le contemplaba horas enteras hundida en el diván del café, casi oculta por los brazos, siempre en movimiento, de su padre. Era un joven extremadamente delgado y rubio. Su estrecha perilla y las finas melenas cubiertas por el desmesurado fieltro, recordaban a Leonora el Carlos I de Inglaterra, pintado por Van Dik, y visto por ella en las ilustraciones.

¡Pues qué duda tiene! exclamó Presentación, descuidándose en manifestar sus sentimientos. Calla , necia dijo la madre . Tu cuenta se ajustará después. Nunca continuó el estafermo ha llegado a mis oídos noticia alguna de este joven que no le sea favorable.

Ya había sufrido bastante. ¿Iba a mejorarse ella porque le viese?... Cuando salió la abuela quiso enseñarle el niño, que su amiga, más joven y fuerte, llevaba en brazos. Míralo, Isidro gemía la vieja llorando de alegría . Es un querubín: ¡qué rico!... Es hijo tuyo, ¡tu retrato!... Maltrana miró esta carne palpitante apenas contorneada que se removía en el fondo de un mantón.

Y ésta va á ser ahora nuestra gentil protagonista. Para mejor estudiarla, imaginémonos á un joven enamorado de ella, y llamémosle Fidel.

El joven le guiaría en su excursión, como el cornac que va sentado en la testa del elefante. Siguiendo sus indicaciones, se metió entre las dos torres y las casas para seguir una amplia avenida. Durante varias horas Gillespie visitó la capital, admirando la audacia constructiva de aquellos pigmeos.

Golfín después de tratar de remediar la aberración de esfericidad por medio de lentes, que fue probando uno tras otro, principió a ejercitarle en la distinción y combinación de los colores; pero el vigoroso entendimiento del joven propendía siempre a distinguir la fealdad de la hermosura.

Estoy muy atareado para poder encargarme de los asuntos de los demás.... Sin embargo, basta que vengan con este joven, al que aprecio, para que me decida a hacer algo por ustedes.... ¿Dice usted, niña, que son ocho mil reales? Bueno; pues compraremos Cubas: es el mejor papel. Ahora están a noventa y ocho, pero no tardarán en subir, se lo aseguro a ustedes.

Estas cosas herían e inquietaban vagamente al joven sacerdote. Las bromitas que la beata se permitía de palabra también rebasaban algunas veces los límites convenientes. Un día le dijo repentinamente: ¿Sabe usted lo que estoy pensando, padre? Que el ángel que viene muchas veces a ponerme la mano sobre la cabeza tiene los ojos muy parecidos a los de usted. Y soltó la carcajada al decirlo.

No desoía jamás esta clase de ruegos Gracián, que además de eclesiástico bondadoso era médico hábil, y precedido de la coja, llevando tras al cleriguito joven que le acompañaba, acometidos cien escalones que conducían a la morada del infeliz matrimonio.

Decidle que vaya esta noche á verme encubierto á mi casa, al obscurecer. No le dejarán entrar. Que presente esta sortija en mi casa dijo el duque, quitándose una del dedo y entregándola á Dorotea. La joven conoció á primera vista que aquella sortija era de gran valor. Procuraré dejaros tan satisfecho de dijo el duque levantándose , que no queráis poner en mi lugar á ese aposentador.