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En tiempo de crecientes, cinco ó seis varas de agua cubren estos puntos salientes, y se pasa entónces por encima de ellos sin que se les eche de ver. A la duodécima jornada, los bosques de las riberas del Piray cesan de pronto, y son reemplazados por unos pantanos á donde vienen á perderse dos riachuelos, el de Palacios y el Palometas, que nacen en la llanura de Santa-Cruz de la Sierra.

¡Olé los hombres valientes! ¡Viva la caballería... y la infantería... y la artillería aunque no esté! Una copa, mi teniente. Los oficiales, malhumorados por esta jornada estúpida, sin gloria y sin peligro, repelían con un gesto severo al borracho. ¡Adelante! Allí nadie bebía.

Ningún otro drama trágico de Rojas iguala por su mérito á García del Castañar. Ha escrito algunos, sin embargo, que por muchas razones merecen fijar nuestra atención. En la primera jornada del drama de Rojas se nos presenta el rey de Hungría, reconviniendo á su hijo, el príncipe Rugero, por sus costumbres licenciosas y por su ambición insaciable.

Es cosa digna de saberse la jornada que hace el Mapono con el alma y lo que ésta padece hasta llegar al Paraíso.

Para hacérmela aún más placentera, refirió Neluco algunos rasgos de aquel hombre singular, y entre ellos el siguiente, que le pintaba de pies a cabeza. En cierta ocasión se le ocurrió a un convecino suyo, que ya no era mozo, ir a mirar un poco por el ganado que tenía en el invernal, distante de Provedaño una jornada de medio día, a un buen andar por los altos montes, cara al Este.

Ni comeré hasta entonces, aunque primero sean los caballos de Febo apacentados en aquellos verdes prados, que suelen cuando ha dado fin á su jornada. Sempronio. Dexa, señor, essos rodeos; dexa essas poesías, que no es habla conveniente la que á todos no es comun, la que pocos entienden. Di: aunque se ponga el sol, y sabrán todos lo que dices." Celestina, acto 8.º

Aparece luego por el este, á una distancia bastante grande, mas abajo de los tres brazos del Mamoré, la embocadura del rio Aperé, apartado como una jornada de navegacion de su tributario el rio de San-José: ámbos rios son navegables para barcos de alguna carga, hasta el pié de las montañas.

Y la mujer muy contenta, hacemos nuestra silla de manos, y ella, con su barba puesta, empezamos nuestra jornada... Llegamos de esta manera al lugar hechos mil pedazos, llenos de lodo, los pies llagados, y nosotros medio muertos; porque, en efecto, servíamos de asnos. Pidió el autor licencia, y fuimos á hacer la farsa, que era la de Lázaro.

Baxase, y torna á salir luego con todos los Numantinos que salieron en el principio de la segunda jornada, excepto MARQUINO, que se arrojó en la sepultura, y sale tambien MORANDRO.

Garay, que del Perú viene huyendo, Habiéndole Valero con presteza Seguido, y estorbarle pretendiendo La entrada, al Argentino sin pereza Camina: mas Valero le siguiendo, Sentido ha sido dél. ¡Cuanta tristeza El pobre de Valero ha recibido, Por ver que de Garay fuera sentido! Valero una jornada atras camina, Garay envia por él con tres soldados.