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Para evitar esto, y sobre todo las ocho ó diez horas á caballo que se invierte en la jornada, resolvimos dejar la vía terrestre y entrar en la marítima.

En resolución, todos quedaron contentos y alegres del buen suceso del cautivo; y, como ya la noche iba casi en las dos partes de su jornada, acordaron de recogerse y reposar lo que de ella les quedaba.

Ya algo más apartados de las murallas y cerrada la noche, disminuyó el peligro y pusimos los caballos al galope. El magnífico animal que yo montaba iba tan ligero como si no llevase la menor carga. La noche era hermosa y no tardó en aparecer la luna. Hablamos poco y eso reducido casi exclusivamente a los progresos que hacíamos en nuestra jornada.

A la segunda jornada se atolláron en pantanos dos carneros, y pereciéron con la carga que llevaban; otros dos se muriéron de cansancio algunos dias despues; luego pereciéron de hambre de siete á ocho en un desierto; de allí á algunos dias se cayéron otros en unas simas: por fin á los cien dias de viage no les quedáron mas que dos carneros.

Que salieron de este pueblo á 17 de Abril: que no hallaron agua en 25 leguas por la mucha seca; y que cuando esta no es mucha, se halla en cada jornada, de lagunas, que no hay arroyos hasta una jornada antes de las Sierras del Volcan.

Volviose, pues, hacia los guías, que le pusieron el pañuelo en los ojos y le condujeron al pie del Falkenstein. Lo que Hullin había ordenado a propósito de los víveres fue ejecutado desde aquel mismo día, y cada cual recibió media ración para la jornada.

Allí encontramos a un guardián vestido con el uniforme de los suizos de Luis XVI, asegurando con mucho aplomo á tres señoras inglesas que él se habia batido como un león en la consabida jornada del 10 de agosto, escapando por milagro.

Pero ven conmigo á tu camarote... Te vestirás mientras Marenval se levanta; él no es tan madrugador como yo y además las fatigas y las emociones de esta terrible jornada le habrán rendido... Pero está contento y orgulloso.

Eran tal vez inglesas ó norteamericanas, de las que rinden un culto romántico á la memoria de María Antonieta. Deseaban visitar la Capilla Expiatoria, antigua tumba de la reina ejecutada. Julio las vió cómo subían los peldaños atravesando el patio interior, en cuyo suelo están enterrados ochocientos suizos muertos en la jornada del 10 de Agosto, con otras víctimas de la cólera revolucionaria.

Y así llegué, sin saber cómo ni por dónde ni a qué hora, al suspirado fin de mi jornada memorable.