United States or British Virgin Islands ? Vote for the TOP Country of the Week !


Y cada «ta», por el tono con que don Alvaro lo suelta, parece un centón de blasfemia y una letanía de maldiciones. Doña Inés suele acudir entonces, y dice: ¿Por qué chillas tanto, diantre de hombre? Lo que padeces nada vale en comparación de la hiel y vinagre que dieron a Cristo. ¿Piensas que chilló nunca Job en el muladar tanto como chillas ahora? ¡Sufre y ganarás el cielo!

La tierra fungosa se descarnaba como los huesos de Job; sobre la sierra se dejaba arrastrar por el viento perezoso, la niebla lenta y desmayada, semejante a un penacho de pluma gris; y toda la campiña entumecida, desnuda, se extendía a lo lejos, inmóvil como el cadáver de un náufrago que chorrea el agua de las olas que le arrojaron a la orilla.

Vamos ahora á declarar aquí lo que debiera ser, aunque no tengo la menor esperanza de que sea, para evitar el abominable abuso de fuerza de que hablo ó el conflicto que presupongo, si perdida nuestra paciencia, superior á la de Job, nuestro ánimo no desfallece.

1 Y volvió Job a tomar su propósito, y dijo: 2 ¡Quién me volviese como en los meses pasados, como en los días cuando Dios me guardaba, 3 cuando hacía resplandecer su candela sobre mi cabeza, a la luz de la cual yo caminaba en la oscuridad; 4 como fue en los días de mi juventud, cuando Dios era familiar en mi tienda;

Hace tres años que padece hambres y penas, y, sin embargo, jamás se ha quejado. Ya conoce mi carácter, sabe que cuando Burton Blair resuelve hacer una cosa ¡por Job! la hace y apretó fuertemente sus enérgicas quijadas, mientras en sus ojos se reflejó una mirada de decisión y persistencia tenaz, la más terrible que he visto en un hombre.

Habéis oído la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y piadoso. 13 ¿Está alguno entre vosotros afligido? Haga oración. ¿Está alguno alegre? Cante. 14 ¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la Iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el Nombre del Señor;

7 La adúltera penitente, de tres ingenios. 8 El Job de las mujeres, de D. Juan de Matos. 9 El valiente justiciero, de D. Agustín Moreto. 10 La razón busca venganza, de D. Manuel Morchón. 11 Gravedad en Villaverde, del Dr. Juan Pérez de Montalbán. 12 El Rey Enrique el Enfermo, de seis ingenios. 1 La vida de San Alejo, de D. Agustín Moreto. 2 El ermitaño Galán, de D. Juan de Zavaleta.

La entereza pasmosa con que sufrió el rey sus males y la nunca turbada y serena majestad que conservó en medio de ellos, exceden a la capacidad de la más acendrada virtud estoica. El mismo Job queda eclipsado por el rey Don Felipe. Jamás hubo de exclamar éste, como el piadoso varón de Hus: perezca el día en que nací y la noche en que se dijo: concebido ha sido un hombre.

Recuerda que puede haberlo hecho en beneficio de Mabel. ¡Ah! ¡por Job! murmuró mi amigo, no había pensado en eso. Si deseaba que fuera para ella, debe haber dejado su secreto en manos de alguna persona en quien confiara implícitamente. Sin embargo, él confiaba en nosotros... hasta cierto punto. Somos los únicos que tenemos algún conocimiento verdadero del estado de sus asuntos.

Todo el que padece sobre la tierra puede preguntar a Dios como Job: ¿Cuándo la existencia te pidió la nada?... Por lo demás añadió adoptando un tono despreciativo, insultante, desde que usted ha entrado por esa puerta supe a lo que venía. No quiero discutir con usted, porque me aburriré.