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»Pues estaba la casa adornada con mucho gusto; pues le aseguro a usted que en Madrid se consiguen los imposibles en hubiendo dinero largo. »Aunque todo era gente muy circunspuesta, gloria daba ver cómo se divertían bailando e hiciendo miles diabluras toda la santa noche sin resollar. Así es que la gente decía, a voz en cuello, que otra como ella no se había visto en Madrid en jamás de los jamases.

Al ver Sola que pasaba un día y otro, que arreciaba la epidemia, que se cometían asesinatos horrorosos a ciencia y paciencia de las autoridades, pareciole que el Universo se descuajaba, que la máquina social y física del mundo se hacía pedazos, y que por jamás de los jamases se vería al lado de su legítimo dueño y consorte.

Ya te he dicho que no es prudente soltar jamases tan a boca llena sobre ningún punto que se refiera a las cosas humanas. Ya ves el bueno de D. Juan Prim qué lucido ha quedado con sus jamases. Pues a no me pasará lo que a D. Juan Prim, porque lo que digo... Y como la restauración depende de , y yo no he de hacerla... Pero de esto no se trata ahora.

Hizo un esfuerzo para reir y exclamó en tono jocoso: ¡Vaya un chasco!... Pensé que eso era ya agua pasada, niño... Si supiese que esa mujer te tiraba algo no me hubiera acercado á ella... Porque donde está un amigo verdadero como toas las mujeres están de más para ... Y si antes hubieras hablado, antes te hubiera dejado el campo libre... Pero eres como Dios te crió, guasón y cazurro si los hay, y no tienes confianza para decirle á un amigo: «Hijo, quítate del medio que me estorbas...» Toma, toma la llave, que no tengo vergüenza si vuelvo á hablarte en los jamases de la vida.

El viejo linajudo sale seguido del capellán. Después de un instante en torno del fuego, bajo la chimenea donde resuenan las risas del viento, comienzan a despertarse las voces de los mendigos, apagadas y llenas de misterio. ¡En una casa tan rica no haber pan en el horno!... ¡Vísteislo vosotros jamás de los jamases? ANDREÍ

Antoñito, que había hecho en su cabeza una especie de pasta filosófica, amasando al padre Taparelli con Augusto Comte, era además un wagnerista furibundo, aunque, la verdad ante todo, en jamás de los jamases había oído música de Wagner. En sus artículos llamaba a todas las cantantes divas, y a toda las obras spartitos. Era severísimo con los artistas cuando no le daban butaca.

Cada país tiene el Gobierno que merece, y aquí no puede gobernar más que un hombre que esté siempre con una estaca en la mano». Por gradaciones lentas, Juanito llegó a defender con calor la idea alfonsina. «Por Dios, hijo decía D. Baldomero con inocencia , si eso no puede ser» y sacaba a relucir los jamases de Prim.