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Este dios jamás baja á la iglesia á oir las súplicas de sus devotos, porque su oficio nunca le da treguas, pues á todas horas tiene viandantes que pasar.

Por supuesto que mi tío dejaba hacer y jamás demostró celos por aquellos actos de su mujer; tenerlos habría sido tan temerario como si los griegos los hubiesen tenido de Júpiter, cuando el rey del Olimpo hacía sus parrandas nocturnas por sus hogares.

Felices esos seres, que nunca conocieron La punzadora espina que labra el corazon, Y el inocente labio jamas humedecieron En la dorada copa que mana corrupcion. Felices esos seres, que nunca calentaron Las engañosas manos de la amistad infiel, Que nunca las miserias del mundo presenciaron Ni el dictamo sagrado vieron trocarse en hiel.

Por eso tenía poco mérito el embromarlas. Jamás se dio el caso de verlas enfadadas con sus amigos, y eso que algunos se deslizaban en sus guasas hasta llegar no pocas veces a la grosería. En cambio eran muy propensas a la guerra intestina, esto es, a irritarse una con otra; pero ya sabemos en qué paraban siempre estas misas.

Hay hombres sólidos, líquidos y gaseosos. El hombre sólido es ese hombre compacto recogido, obtuso, que se mantiene en la capa inferior de la atmósfera humana, de la cual no puede desprenderse jamás. Sólo el contacto de la tierra puede sostener su vida; es el Anteo moderno, y usando de un nombre atrevido, el hombre-raíz, el hombre-patata: arrancado el terrón que le cubre, deja de ser lo que es.

El segundo, fué ingerirse en las cosas de estado, interesando y empeñando la mayor parte de los príncipes cristianos con el modo mas artificioso y sutil que jamás se ha visto, el cual como dificultoso de penetrarse, así es caso imposible poderle dar cumplidamente á entender.

Estos naturales se han manifestado siempre dispuestos á servir á los Españoles y Portugueses, sin jamas tomar parte en los disturbios de entrámbas naciones. Es muy estraño ciertamente que hallándose dispuestos á someterse sin resistencia á las reglas de conducta que se les quiera imponer, permanezcan hasta el presente en el mismo estado que en tiempos anteriores.

Jamás podría agradecer bastante lo que hacía por él. Era su único defensor. Deseaba una ocasión para mostrarle su gratitud: morir por él, si era preciso. La esposa admiraba á su cuñado con grandes extremos de entusiasmo: «El caballero más cumplido de la tierra.» Y Desnoyers agradecía en silencio esta adhesión, reconociendo que el alemán era un excelente compañero.

Jamás me pareció tan extraordinario como aquella noche, velada única y última en que quise oírle. Todo era selecto, hasta el idioma fluido, ondulante y rimado que presta a la idea choques sonoros y hace del vocabulario italiano un libro de música. Cantaba el himno eternamente tierno y lamentoso de los amantes que esperan.

¡Oh! no es cierto! sin duda quien tal dijo, Jamas tu álbum purísimo ha tenido, Porque entonces habria allí leido Lo que en sus hojas blancas yo leí: Lo que se lée en las ondas de los rios Cuando la blanca luna los colora; Lo que se lée en las nubes del aurora Entre celajes de oro y de carmin. ¿Qué podré yo decir, que ya no diga Esta página blanca de azucena?