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Con la ojeada investigadora y penetrante, con la comprensión viva y con el tino exacto de las españolas, diez minutos le bastaron para observar y juzgarlo todo. «Ya estoy decía en sus adentros y dándose cuenta de sus observaciones . La condesa es buena y desea que me luzca. Las jóvenes elegantes se burlan de y de mi compostura, que debe ser espantosa.

Le mirábamos recorrer su jardín de un lado a otro; reforzar sus plantas con rodrigones, arrancar las hierbas dañinas y detenerse a menudo en medio de sus faenas para lanzarnos una mirada investigadora, con el objeto de hacernos comprender que era un Mentor formal.

Un estremecimiento poderoso sacudió su cuerpo. En un instante juntó los instrumentos que le hacían falta; trajo esponjas, agua, paños. Después de echar una profunda mirada investigadora al microscopio y cerciorarse de que estaba limpio y preparado, sujetó al niño a la mesa con una larga cuerda. Se detuvo unos momentos. Luego, con rápido ademán, tomó la mordaza y fue a ponérsela...

Pero la hermosa señora se limitó a acoger su declaración con un ¡ah! de fría extrañeza, que no revelaba siquiera si su nombre le era conocido. Pero al mismo tiempo, le envolvió en una rápida mirada investigadora y burlona que parecía decir: Este muchacho tiene buena presencia, pero debe ser tonto.

Naturalmente, bajo el poder de esta mirada investigadora, las niñas del comercio se ruborizaron y los jóvenes dependientes no sabían dónde poner los pies ni las manos, sobre todo las manos. ¿No viene Juanito? preguntó no se sabe quién. ¡Oh, Juanito!

Hay huelguistas hombres y huelguistas mujeres; entre éstas habrá usted de contar a todas las que no quieren casarse por motivos de abnegación, de salud, de sentimientos de pureza virginal, de amor al estudio, de exceso de escepticismo... de menor necesidad de la persona complementaria, es decir, del marido. Bajé la cabeza y me ruboricé ante la mirada investigadora del cura.

Arrancaba delicadamente una ramita y, aplicando el ojo a la lente, examinaba con atención sus particularidades morfológicas. No sólo los grandes árboles añosos, que bordaban el paseo, eran objeto de su atención investigadora.

Tenía el sombrero echado hacia atrás, la bufanda le colgaba de los hombros, y su pecho jadeaba como después de una carrera desenfrenada. Se olvidó de dar los buenos días y no hizo más que lanzar en torno suyo una mirada hosca e investigadora. ¡En nombre del Cielo, doctor! le gritó el señor Hellinger precipitándose a su encuentro. ¡Nos embistes como un toro!

Quedaron todos convencidos, y el Ministerio de Instrucción Pública, confiado a las lenguas murmuradoras, comenzó a analizar con investigadora atención el hecho de que se trataba...

¿La has visto? ¿A quién? balbució el teniente Baltasar, que fingía considerar con suma atención la punta de sus botas, por no encontrarse con la ojeada investigadora de Josefina. ¿A la chiquilla del barquillero... a la cigarrera? ¿Cuál? ¿Era esa que pasaba? contestó al fin aceptando la situación. , hombre, ésa.... ¿Qué tal? ¿Tengo buen ojo?