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Abandonados desde hace muchos años por las familias que los fundaron, unos estan ya medio caidos, otros amenazando ruina, los mas invadidos por la tristeza y el silencio. Del que suponen haber pertenecido al Gran Capitan no queda ya mas que una portada; de otros no menos notables han desaparecido hasta los restos.

A consecuencia de una miseria y escasez grandes, se desarrolló una peste que causó innumerables estragos. ¿Y se creerá que á pesar de ser el pueblo de Torquemada uno de los mas invadidos por la epidemia, no bastasen los ruegos del cardenal á que continuara la reina su camino?

Allí cerca estaban amontonados restos de vajilla y de carbón; la valla de un jardín se paraba bruscamente en la roca, y acirates de legumbres, medio invadidos por la hierba, rodeaban un lado de la enorme masa. ¿Quién había escogido tan caprichoso lugar para establecer allí un jardín y para abandonarlo luego? Poco á poco fuí comprendiéndolo.

Lo cierto es que muchos lugares, muy sanos en otro tiempo, se hallan al presente invadidos por esa peste destructora, que va en aumento á medida que el desmonte se estiende. Es pues un deber del gobierno el tomar alguna sabia medida para cortar los progresos de semejante mal, y mejorar en lo posible los lugares inficionados. Santa-Cruz está situado al oeste sudoeste de Apolo-Bamba.

Así pasábamos días enteros contemplando el mar, viendo adelgazarse o engrosar la línea de tierra en la lejanía, midiendo la sombra que giraba alrededor del mástil como en torno de la larga aguja de un cuadrante, lánguidos por la pesadez del día y el silencio, deslumbrados por la luz del sol, privados de conciencia y, por decir así, invadidos de olvido por aquel prolongado columpio sobre las aguas encalmadas.

A veces esta idea pone espanto en mi ánimo. Aún me parece ver a Magdalena, postrada en su lecho de agonía, dándome una mano a y otra a su padre, mientras que usted trataba en vano de dar calor a sus pies, invadidos ya por el frío de la muerte...

Ya se orillan espléndidas terrazas cubiertas de jardines, desde las cuales se tiene un golpe de vista encantador; ya se vaga bajo las espesas alamedas, en un terreno desigual y exuberante de vegetacion, pasando al lado de formidables murallones invadidos por el bosque, de fuentes arruinadas y escombros destrozados, que yacen en la espesura de los tilos, las encinas, etc., como restos de un inmenso cadáver de mármol y piedra.

En tiempos de calamidad general, de epidemia, ó de escasez, nadie había tan llena de abnegación como Ester: en los hogares invadidos por la desgracia, allí entraba ella, no como huésped intruso é inoportuno, sino como quien tiene pleno derecho á hacerlo; cual si las sombras que esparce el dolor fueran el medio más adecuado para poder tratar con sus semejantes.

En toda esa sucesion, de planicies, valles y colinas ó pequeñas montañas, cuyo conjunto parece formar un inmenso jardin ó parque inglés, alternan en la mas graciosa armonía limpios arroyos saltadores, perdiéndose en medio de rocas hundidas entre abismos de verdura; espesos bosques de abetos, hayas y encinas, á veces de tan admirable regularidad natural, que parecen como decoraciones de ópera en un teatro sin límites; lustrosas praderitas sobre cuyas alfombras hacen contraste en algunos puntos los terraplenes y puentes de un ferrocarril; alegres cortijos que se muestran á la vera del camino, casi invadidos por las bóvedas umbrías de los bosques de abetos; en fin, numerosas casas rústicas trepadas sobre las lomas, en medio de hortalizas, árboles frutales, plantaciones de cereales y rebaños de ganados diversos, redondos y lustrosos como las lindas lomas en que pacen.

Aquel rincón de verdura donde los arbustos, creciendo a su antojo, se entrelazaban hasta formar una masa impenetrable, era a propósito para las confidencias amorosas. Avanzó con precaución, sin hacer ruido, por sus senderos casi desaparecidos, tapizados de hierba, invadidos en muchos parajes por las ramas de los arbustos y la maleza.