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Era que le acometía la pícara idea de que alguien entraba o quería entrar en la casa con intenciones de robarle su honor.

Apolonio había elegido para la dispepsia. Hubiera preferido una mancha sanguinolenta en la faz, como la hermana Lucidia; por eso ama y reverencia a la monja. Pero la dispepsia le basta para sus intenciones, que son ofrecer palpable contraste y parangón con Belarmino.

¿Qué sensato el viejo, eh? Y lo ha conseguido, don Ricardo, porque la Pampita no ha dado qué decir, eso , y todos saben que el que cae a la chacra con malas intenciones... ¡sale como escupida en plancha caliente!...

Sin duda alguna, le temía al Ceco. Y ciertamente que tenía razón de temerle exclamó fray Antonio, con sus obscuros ojos brillantes, vueltos hacia los míos en medio de la semiobscuridad. El Ceco no es un individuo fácil de manejar. Pero ¿con qué fin ha ido a Londres? le pregunté. ¿Acaso ha ido con malas intenciones?

El negro que escuchaba su relato, ofreciose en seguida a tomar su kandjar, e ir a matar a L'Ambert. Ahmed-Bey le dio las gracias por sus buenas intenciones, y lo echó a puntapiés de la estancia. ¿Y qué haremos ahora? preguntó el bueno de Ayvaz; ¿qué haremos, amigo mío? Una cosa muy sencilla replicó el interrogado: mañana por la mañana le cortaré la nariz.

Poco despues Bolívar se dirigia á atacar la provincia de Varinas; pero un aviso del general Santander acerca de la buena disposicion de Nueva Granada, le hizo suspender su intento, y reuniendo una junta de guerra le expuso sus intenciones de aprovechar la ocasion, puesto que se presentaba favorable.

No necesitó más la bondadosa anciana, para que se le desbordase la piedad, que caudalosa inundaba su alma; y llevando a la realidad sus intenciones con la presteza que era en ella característica, fue al instante a la tienda de comestibles, que en el ángulo de aquel edificio existe, y compró lo necesario para poner un puchero inmediatamente, tomando además huevos, carbón, bacalao... pues ella no hacía nunca las cosas a medias.

Pues á ése y á otros como ése es preciso exterminarlos dijo el Rey, usando su palabra favorita. Esa canalla es la que más daño hace á mis intenciones, extraviando la opinión del pueblo. Yo respondo, señor, que de esta vez haré todo lo posible para que ese hombre no se escape.

Mis intenciones siempre las enderezo a buenos fines, que son de hacer bien a todos y mal a ninguno; si el que esto entiende, si el que esto obra, si el que desto trata merece ser llamado bobo, díganlo vuestras grandezas, duque y duquesa excelentes.

Mil veces, de seguro, habrá tenido usted en su vida intenciones asesinas. Lo que ocurre es que no quiere usted complacerme. Es usted un Tartufo. ¡Caballero! Un Tartufo, , señor. ¡Ah! ¡Si alguien pudiera sugerirme la idea de asesinarle a usted!... ¡Cómo me vengaría yo entonces de su hipocresía!