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La joven se puso de pie temblando y pronta a lanzar un grito de alarma; pero la señal que le hacía el joven y la muda plegaria que se leía en sus ojos detuvieron la voz en los labios de Elena. ¡Federico! ¡Ah, Federico! idos, apartaos de este sitio. ¡Silencio, silencio, os lo ruego! No me privéis de este instante de felicidad murmuró. No, no; es preciso que os hable, cueste lo que cueste.

Después, a la hora de la comida, eran los comentarios, los recuerdos agradables, los berrinches por supuestas ofensas que en el primer instante habían pasado inadvertidas, y que, agrandándose ahora en la imaginación, pedían venganza. Las dos niñas recordaban la ligera sonrisa de las de López al examinar sus disfraces de calabresas. ¡Reírse de ellas! ¡Las muy cursis!

Incorpórame un poco, que no tengo fuerzas yo. Fué a hacerlo y en el mismo instante su madre dejó caer la cabeza hacia un lado y se quedó muerta, sin un suspiro, sin una contracción que acusase dolor, como un pájaro, según la expresiva imagen del vulgo. El grito desgarrador del joven atrajo a la gente de casa. Sacáronle de ella unos parientes y le llevaron a la suya, lo mismo que a su hermana.

¡Mis confidencias, señora! No puedo comprenderla. A excepción de la señorita de Porhoet, nadie en el castillo ha recibido de , ni la sombra de una confidencia. ¡Ay! respondió quiero creerlo... lo creo... pero no es bastante. En el mismo instante entró la señorita Helouin, y todo quedó concluído.

Ferragut lo creyó por un instante, oyendo sus maldiciones napolitanas... Subieron los dos al vehículo más próximo, é inmediatamente cesó el tumulto. Los coches vacíos volvieron á ocupar su lugar en la fila y los rivales á muerte reanudaron su plácida y risueña conversación. Una pluma recta y enorme se balanceaba sobre la cabeza del caballo.

Si supongo lo contrario, si colocándome en el terreno de lo absurdo finjo por un instante que queda cortada la relacion entre el pensar y el ser, se rompe el vínculo que mantiene en órden al universo entero: todo se trastorna, todo se confunde, y lo que se me presenta á la vista no si es el caos ó la nada. ¿Qué ha sucedido?

Promesa y amenaza, placer que oculta el llanto, duda cruel, que el alma despedaza. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Sentir el frágil cuerpo deshacerse al peso de la edad agobiadora, y caminar con paso vacilante, mústios los ojos y el cabello cano; y, buscando un apoyo, á cada instante ¡triste tender la temblorosa mano!

Pero al instante volvieron a lucir serenos y brillantes como siempre. Ella también te quiere a ti; no lo dudes. Su genio es vivo, acaso un poco caprichoso, por lo mismo que ha sido siempre el mimo de la casa.

En aquel instante apareció un hombre de buena presencia, sencillamente vestido y adornado con la orden de Calatrava... En el momento de presentarse todas las puertas se abrieron para él, y entró en los aposentos del Rey sin pronunciar su nombre. ¿Este será, sin duda, el infante, hermano de Su Majestad? pregunté yo.

Así como así, en mi fuero intento, renegaba de mi pusilanimidad, temiendo que en el instante en que hubiera de dirigirle la palabra me abandonara el valor de que venía haciendo tan gran acopio, y, por lo tanto, juzgué que era mejor declararme por escrito. Y así como lo pensé lo hice en seguida; apenas llegué a casa, sentome ante mi mesa, pluma en ristre.