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Pero Adriana retuvo a la señorita Ivonne, fue con ella a ver la escultura que había contemplado Julio y leyó la inscripción: "Psyché". Mírela bien, Adriana, dijo él acercándose. Es una figura de absoluta perfección material; las líneas de la cabeza y del rostro parecen sometidas a esa noción del arquetipo que inspiró a los griegos la ciencia y la armonía.

Así como unos curan las dolencias del cuerpo, otros cuidan de la pureza del espíritu: serás, de ellos, y mientras el tuyo permanezca incólume, jamás te faltarán palabras con que infundir a tus hermanos la fe que te aliente. Cree y te creerán, que nunca inspiró la sinceridad desconfianza.

Si hay necesidad de pedirle su ayuda en una circunstancia decisiva, no la creo mujer de regateárnosla. ¿Contra su prometido? Hasta contra él. ¿Está usted seguro de no haber dejado adivinar nuestros proyectos? Completamente. He preferido dejar que esa muchacha se burle de . En este momento le inspiro una deplorable opinión. Yo haré que la modifique. ¿Se va usted?

Por dicha para Morsamor, casi en el mismo punto se oyó la señal que esperaba: era el sonido de las trompetas, avisando la sublevación de la ciudad, donde la plebe amotinada combatía ya e iba venciendo a los musulmanes. La señal inspiró a Morsamor ánimo y confianza, pero era indispensable vencer en la fortaleza para obtener el triunfo.

Desde Carrio donde se alojaba se había venido á Canzana, donde un incauto vecino le recibió por huésped. Lo fué tan molesto que á los pocos días de buena gana le hubiera echado. Pero no se atrevió á hacerlo porque al instante le inspiró un gran terror, como á todos los que se le acercaban. Lo mismo le importaba á aquel malvado dar una puñalada que beberse una copa de aguardiente.

De este modo terminó una guerra que inspirò vivas alarmas

Todos quantos caminantes topaba Candido en los mesones le decian: Vamos á Paris. Este general prurito le inspiró al fin deseos de ver esta capital, en lo qual no se desviaba mucho de la dirección de Venecia. Entró por el arrabal de San Marcelo, y creyó que estaba en la mas sucia aldea de Vesfalia.

¡Ah! ¡señora! ¿creéis que mi alma?... No, yo no pienso mal de vuestra alma... entonces no desearía vuestro amor... pero me parece que sólo os inspiro deseo. Yo no lo que me inspiráis, señora. Puede ser que algún día sintáis amor por ... pero eso sólo puede hacerlo el tiempo... espero... espero con ansia... y esperando os amaré más cada día. ¿Pero es cierto que no me amáis aún, señora?

Siempre tendré un honor en que sea usted mi confidente... no qué línea de conducta debo seguir con Fabrice... No es para usted un secreto la estrecha amistad que nos unía de años atrás... Carezco de motivos fundados para romper mis relaciones con él... pero antes de ir a verlo quisiera cerciorarme de si mi presencia en su casa no sería un mal rato para él, para su mujer y para ... En una palabra, ¿supone usted que la señorita de Sardonne, mejor dicho, la señora Fabrice... haya puesto en antecedentes a su marido acerca de los sentimientos que su mujer me inspiró en el pasado, y de las pretensiones que a la mano de aquélla abrigué?... Usted comprende que si es así...

A decir verdad, estaba yo enamorado como un loco. No era mi amor aquel amor de niño, tímido, vago, ensoñador, que me inspiró Matilde; cariño melancólico, nacido en un juego, alimentado por las predilecciones de una chiquilla graciosa y admirada, y breve y fugitivo en sus anhelos; dulce amor que dulcificó la vida del pobre estudiante; pálido fulgor de la aurora juvenil que inundó de reflejos primaverales los claustros solitarios de un colegio sombrío; amor que no conseguí arrancar de mi alma en muchos años; que aun suele estremecer mi corazón, porque ni atrevidos devaneos, lograron aniquilarle en .