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El desenlace desdichado no es esencial á la tragedia, pero debe reinar en ella la desgracia é inspirar en los espectadores temor y compasión.

Personajes, pues, por el estilo de FAUSTO, como en nuestra España, v. gr., Don Juan Tenorio y Lisardo el Estudiante, están llamados a ser joyas preciosas de todas las literaturas, y a inspirar los mejores dramas, óperas, novelas y poemas, que pueden componerse.

Por su próximo parentesco, por habitar bajo el mismo techo, y por la alta estimación que merced a su aplicación y talento había logrado Tristán inspirar a sus tíos, parecían destinados el uno para el otro.

La pobre Laura, con su figurilla menuda y agraciada, con sus manos y mejillas de clavel, los ojos claros y húmedos, los labios rojos y sonrientes, y sobre todo, con las palabras amables que dulcemente fluían de ellos sin compostura, no era á propósito para inspirar temor á nadie. Pero la dama orgullosa y severa se había quedado por allá.

Al principio de sus relaciones con la niña de Escudero pareció animarse un tanto su naturaleza, pero a medida que transcurría el tiempo se fue debilitando nuevamente hasta inspirar miedo. Se decía en la familia que la oposición tenaz de su padre era la causa de tal decaimiento. Sin embargo, después del fallecimiento del duque nada mejoró de aspecto. Entonces se achacó a los amores.

Escuchadme bien... Apenas se atrevía a mirarme. Me evitaba, me huía... Me tenía miedo. Evidentemente me tenía miedo. ¡Pues bien! ¿decidme, con franqueza, si soy como para inspirar miedo? No, ¿no es verdad? Seguramente, no. ¡Ah! pero no me tenía miedo a , sino a mi dinero ¡a mi horrible dinero!

La niña recibió los consuelos del sacerdote y los de las demás personas que la acompañaban, sin contestar ya una palabra. Continuaba del mismo modo pálida, descompuesta, los ojos fijos y sin mover un dedo siquiera. Aquella inmovilidad llegó a inspirar temor, y fueron a avisar a su padre.

Se extendió por todo el país la fama de la «difunta Correa». Eran muchos los que habían muerto en los senderos de la altiplanicie llamados «travesías», pero ninguno de los vagabundos fallecidos podía inspirar el mismo interés novelesco que esta mujer. La tumba de la difunta Correa fué en adelante el lugar de orientación para los que pasaban de Salta á Chile.

que es necesario un poco de ilusión para sazonar su materialidad; todos ponemos en él un poco de mentira, para gozar de esa mentira aunque sepamos que lo es: pero en el fondo, yo me río del amor tal como lo entiende el mundo, así como me río de tantas otras cosas veneradas por las gentes... Yo no quiero enamorados; quiero admiradores. No busco inspirar amor; me place más la adoración.

Un historiador del revuelto tiempo de la Liga no escribia de la misma suerte que otro del reinado de Luis XIV; y trasladándonos á épocas mas cercanas, las de la revolucion, de Napoleon, de la restauracion, y de la dinastía de Orleans, han debido inspirar al escritor otro estilo y lenguaje.