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El primer jovenzuelo se cree un genio. ¡Qué escándalo! Golbasto movía la cabeza aprobando estas protestas, y los admiradores insistían en sus lamentos, como si fuera á llegar el fin del mundo aquella misma tarde. El solemne Momaren cortó á tiempo este concierto de quejas, pues los que rodeaban al versificador habían agotado ya todas sus palabras de indignación y no sabían qué añadir.

Los cerdos, las ovejas, las gallinas, corrían igualmente, confundidos con gatos y perros. Toda la animalidad doméstica retornaba á la existencia salvaje, huyendo del hombre civilizado. Sonaban tiros y carcajadas brutales. Los soldados, en las afueras del pueblo, insistían regocijados en esta cacería de fugitivos. Sus fusiles apuntaban á las bestias y herían á las personas.

A lo sumo concedían que comería cañamones. Los expertos no se aturdían por estos improperios convencionales, que eran allí el buen tono; insistían y acababan por sacar tajada, si la había. La virtud y el vicio se codeaban sin escrúpulo, iguales por el traje que era bastante descuidado.

Los que no estaban ocupados en bailar lanzaban por el aire serpentinas y bolas de algodón, ó insistían con un deleite infantil en hacer sonar pequeñas gaitas y otros instrumentos pueriles. Flotaban en el aire cargado de humo esferas de caucho de distintos colores que los concurrentes habían dejado escapar de sus manos.

Entonces la angustia se les contagiaba a todos los habitantes de la clínica, y los enfermos, como muñecos mecánicos a los que se hubiera dado cuerda a la vez, empezaban a recorrer nerviosamente sus habitaciones, agitando los brazos y diciendo cosas estúpidas e ininteligibles. Todos, incluso los enfermos más apacibles, llamaban violentamente a las puertas e insistían en que se los dejase libres.

Solo su cura, D. José Maruri, salió á recibir al Comandante General, sin mas acompañamiento que cuatro criados, y le manifestó que todos los vecinos habian desamparado sus habitaciones así que descubrieron las tropas de la vanguardia: que unos opinaban se presentasen rendidos á implorar el indulto de sus delitos, y otros insistian en que fuesen á incorporarse con los de la provincia de Azangaro, para oponerse al paso de las tropas.

En vano insistían para hacerla bajar al minúsculo jardinillo en el que florecían algunas dalias multicolores y un modesto cuadro de rosales. ¡Están tan débiles mis piernas! gemía. Además, necesitaría que mis negritos me llevaran como en otro tiempo en mi hamaca.

Los asientos sueltos insistían tal vez en las meditaciones de cifras y negocios que los habían impregnado espiritualmente durante las horas de luz, o miraban con lástima a sus compañeros reunidos con arreglo a las tertulias maldicientes o las atracciones del amor. «Vanidad de vanidades...» Maltrana se fijó en algunos más anchos y profundos, que parecían tener las entrañas quebrantadas, inseguros sobre sus pies, con cierto aire de despanzurramiento.

Estaba pobre; más pobre que cuando llegó á establecerse en esta tierra maldita. Pero su fe en Robledo y la necesidad de consolarle hicieron que se mostrase optimista. Todo se arreglará, don Manuel repitió varias voces, pero sin convicción. Don Manuel, viendo cómo las aguas insistían en su obra destructora, pasó de la tristeza á la cólera. Sus ojos ya no miraban al río.

El aire venenoso ahuyentaba á los habitantes, y los pocos que insistían en vivir á la sombra de sus antiguos templos tenían que escapar de las invasiones sarracenas, fundando en las montañas vecinas una patria nueva: el humilde pueblo de Capaccio Vecchio.