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En cualquier instante, con un esfuerzo de su voluntad, podía convencerse de que no eran sustancias corpóreas sino creaciones de su inquieta imaginación; pero á pesar de todo, en cierto sentido, eran las cosas más verdaderas y reales con que el pobre ministro tenía ahora que hacer.

Por fin el gitano se arrancó de los dos brazos que le estrechaban amorosamente, puso el pie en la escala de seda y la subió con su acostumbrada agilidad. La monja, sentada al pie de la palmera, seguía todos sus movimientos con la mirada inquieta. Hasta la noche decía ella , hasta la noche, dueño mío, amor mío.

Consideraba los ejercicios en que todos se ocupaban; finalmente, exageraba cuán descuidada justicia había en aquella tan famosa ciudad de Sevilla, pues casi al descubierto vivía en ella gente tan perniciosa y tan contraria a la misma naturaleza, y propuso en de aconsejar a su compañero no durasen mucho en aquella vida tan perdida y tan mala, tan inquieta, y tan libre y disoluta.

Y para un espíritu culto, para una inteligencia despierta y con una curiosidad inquieta, ¡qué maldición es ese don de la pasión de los viajes!

Entre todas las naciones del mundo no se hallaria otra mas inquieta, ni mas inclinada á vagar que esta; porque ni una extrema vejez, ceguera, ú otro cualquier mal, es capaz de contenerlos; son fuertes, bien hechos, y no tan cetrinos como los otros indios.

Y reanudó el poético murmullo, mirando la inquieta llanura de plata, sintiendo en un hombro la suave pesadez de Mina, que parecía ansiosa de un apoyo. La cubierta estaba solitaria. Todos los pasajeros permanecían en el salón de fiestas o en el fumadero. De tarde en tarde, risas, gritos y correteos en las puertas y escaleras.

Nunca me pareció, a la verdad, sino una chica muy inteligente, muy discreta... Porque contigo siempre se ha hecho la niña mimada... Te repito que ha salido a su padre en todo. Extremosa, llena de fantasías, inquieta, siempre soñando locuras.

Vaya, no temas, muchacha, tu madre no ha oído nada, y esta noche, después del rosario, cuando tu abuelo te haya besado en la frente, trémula, inquieta, tus piececitos desflorarán el césped, y te detendrás veinte veces, conteniendo la respiración. Por fin, te sentarás, palpitante, al pie de ese bello almendro florido, cuyas hojas relucientes reflejarán la dulce claridad de la luna.

Hoy no he rezado nada decía la devota á Clara al día siguiente de la entrada de Lázaro en casa de las Porreñas. Estaban sentadas las dos en el sitio de costumbre. Doña Paulita tenía en la mano nada menos que á San Juan Crisóstomo. Clara bordaba en un pequeño telar. Su cara expresaba la más calmosa y profunda melancolía. En cambio la otra parecía muy inquieta, contra su costumbre.

El dinamarqués Thorwaldsen tallaba, a los trece, mascarones para los barcos en el taller de su padre, que era escultor en madera; y a los quince ganó la medalla en Copenhague por su bajorrelieve del Amor en Reposo. Los poetas también suelen dar pronto muestras de su vocación, sobre todo los de alma inquieta, sensible y apasionada.