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Varios de estos perros malditos habían ido por leña a un bosque del contorno. Uno de ellos, al regresar, tuvo que descargar su vientre, y habiendo hecho una cruz de dos astillas de roble, la clavó bien derecha en la inmundicia, y dejola. Yo fui el primer cristiano, sin duda, que atinó a pasar por aquel sitio.

21 Y comieron los hijos de Israel que habían vuelto de la transmigración, y todos los que se habían apartado de la inmundicia de los gentiles de la tierra a ellos, para buscar al SE

2 Asimismo la persona que hubiere tocado en cualquiera cosa inmunda, sea cuerpo muerto de bestia inmunda, o cuerpo muerto de animal inmundo, o cuerpo muerto de serpiente inmunda, bien que no lo supiere, será inmunda y habrá pecado. 3 O si tocare a hombre inmundo en cualquiera inmundicia suya de que es inmundo, y no lo echare de ver; si después llegare a saberlo, habrá pecado.

Esto no está bien, no está bien, y espero que os corrijáis, si no queréis ser los sepulcros blanqueados de que nos habla el Evangelio, llenos de podredumbre, me entiende usted, y de inmundicia por dentro, y limpios por fuera... eso es...

Me gusta verte así. ¿Hay nada más hermoso que la muerte? ¡Morir, acabar de penar, desprenderse de todas estas miserias, de tantos dolores y de toda la inmundicia terrenal! ¿Hay nada que pueda compararse a este bien supremo?... ¿Concibe el alma nada más sublime? ¿Y después? dijo Fortunata, que aun sabiendo con quién hablaba, oía con mucho gusto aquella manera de considerar la muerte.

3 Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a los santos; 4 ni palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen; sino antes bien acciones de gracias. 6 Nadie os engañe con palabras vanas; porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia. 7 No seáis pues compañeros con ellos;

Y después, si le conviene ofrecer una lección moral á sus lectores, haga que el chico se trueque de la noche á la mañana, por la sola fuerza del hambre y del hastío, en un ser abyecto, revelando así el fondo de inmundicia que en el corazón de todo ser humano existe.

No puedes figurarte, Juan Claudio, el montón de huesos, pellejos de ratas y lebratos, la carroña que habían reunido en este nido aquellos animales. Era una verdadera inmundicia. Lo arrojé todo al Jaegerthal y vi el pasadizo cubierto. Se me olvidó decirte que me encontré dos crías; retorcíles el pescuezo y las metí en el saco.

El ruido que hizo la tapa al descender, el gemido armonioso del cuero, parecióle una voz irónica que le respondía: «Por eso, por eso mismo». «¡Será posible! murmuró el bueno del capellán . ¡Será posible que la abyección, que la indignidad, que la inmundicia misma del pecado atraiga, estimule, sea un aperitivo, como las guindillas rabiosas, para el paladar estragado de los esclavos del vicio!

A la mañana siguiente, salió por la Puerta de Toledo poco antes de mediodía. Al llegar al puente, torció a la izquierda, dirigiéndose al depósito de cadáveres, en la orilla del río. Los ardores del sol caldeaban las charcas del Manzanares, llenas de la inmundicia de las alcantarillas que desaguan en él. Un hedor de letrina en ebullición envenenaba la densa atmósfera de verano.