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Uno de ellos llamó la atención de Leonora. Le contemplaba horas enteras hundida en el diván del café, casi oculta por los brazos, siempre en movimiento, de su padre. Era un joven extremadamente delgado y rubio. Su estrecha perilla y las finas melenas cubiertas por el desmesurado fieltro, recordaban a Leonora el Carlos I de Inglaterra, pintado por Van Dik, y visto por ella en las ilustraciones.

Eran dos jóvenes estudiantes de los muchos que por aquella época se veían no sólo en las grandes ciudades sino en los caminos y ventorrillos de casi toda Inglaterra. Disputaban más que comían y saludaron alegremente al recienllegado. ¡Venid aquí, camarada! dijo uno de ellos, bajo y rechoncho. Vultus ingenui puer.

Todo elemento noble de aquella civilización; todo lo que la vincula a generosos recuerdos y fundamenta su dignidad histórica el legado de los tripulantes del Flor de Mayo, la memoria de los patricios de Virginia y de los caballeros de la Nueva Inglaterra, el espíritu de los ciudadanos y los legisladores de la emancipación , quedarán dentro de los viejos Estados donde Boston y Filadelfia mantienen aún, según expresivamente se ha dicho, «el palládium de la tradición washingtoniana». Chicago se alza a reinar.

Ciertamente le respondí, sonriéndome de su injusticia, porque en Francia y en Inglaterra no hay intrigas; puede usted estar seguro de que allá todos son unos santos varones, y los hombres no son hombres. El segundo empleo que pretendía había sido dado a un hombre de más luces que él. ¡Cosas de España! me repitió. , porque en otras partes colocan a los necios dije para .

Tienen puesta la proa en dirección á Oriente, contestó prontamente el joven, y van en derechura hacia aquella región de Francia que hoy forma parte de los dominios de nuestro poderoso señor el Rey de Inglaterra. Volviendo la proa hacia el sur llegarían á España y por el nordeste encontrarían los estados de Flandes y más allá la gente moscovita.

La Inglaterra caerá; pero no caerá sino como cae una masa enorme: caerá como cayó el templo de Belo, como cayó el coloso de Rodas, como cayó el Partenon de Grecia, ó el Capitolio de Italia, como caerán las Pirámides de Egipto; como caen los milagros del hombre. Comimos en el pequeño restaurant de Lóndres, cerca de la fuente de Molière.

Era el recuerdo de aquellas memorables palabras suyasLo probaré, señor!" pronunciadas en los momentos mismos de llevar á cabo una empresa tan heroica cuanto desesperada, y que respiraban el indomable espíritu de la Nueva Inglaterra.

Los palos y chimeneas, achicados por esta transformación, parecían corresponder á otro buque más pequeño. Todos estos vapores mercantes y pacíficos llevaban un cañón en la popa para librarse de los corsarios submarinos. Inglaterra y Francia habían movilizado sus tramps, sus barcos vagabundos, y empezaban á darles medios de defensa.

He tenido complacencia en comparar la estadística de la instruccion publica en Suiza con la de Francia, Inglaterra, Austria y Prusia, y la diferencia notabilísima que hay en favor de la libre Suiza, proclama en voz alta y con la incontrovertible elocuencia de los números, el próspero estado de la Suiza bajo el aspecto intelectual, y la superioridad con que aventaja á los demas pueblos en la propagacion de lo que á todos se debe, de la instruccion, que al ver como la regatean los gobiernos de algunos pueblos, diríase que no pertenece de derecho á todo hombre, á todo ciudadano.

El lector no se detiene mucho en los capítulos sobre París y Londres, cuando en la rápida lectura encuentra tal o cual opinión sobre Francia o Inglaterra.