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Sus infortunios como carretero le habían hecho conocer las bestias, y se reía interiormente de algunos curiosos que, influídos por el mal aspecto del caballo, discutían con el gitano, diciendo que sólo era bueno para enviarlo á la «Caldera». Su aspecto triste y cansado era el de los animales de trabajo que obedecen con resignación mientras pueden sostenerse. Llegó el momento decisivo.

Solo diré que al pasar por Mâcon, preocupado con un recuerdo grato, me sentí como poseido de cierta veneracion hácia esa comarca interesante. Mâcon es la patria del glorioso Lamartine, ese patriarca de la poesía en el siglo XIX; y no podia ménos que gozar aspirando las brisas del país inmortalizado por la juventud, la lira sublime, la gloria y hasta los infortunios del Tasso frances.

Pero lo que no concedo es que esté bien que los documentos sean falsos: que se ponga tragedia donde no hay motivo de tragedia: y que, habiendo tanto infortunio dialécticamente producido, se creen infortunios infundados y disparatados como una pesadilla.

Reconocí también que hacía mucho tiempo que el amor, si es que existió alguna vez, había desaparecido entre ellos, y que la única idea que dominaba en el pensamiento de ese hombre, era sacar provecho de su unión con ella, abusar y explotarla vilmente, como tantas mujeres ricas y de elevada posición son en este mismo momento víctimas de iguales infortunios en Inglaterra.

Alborotóse el huésped, y aun los huéspedes; porque así como los cometas cuando se muestran siempre causan temores de desgracias e infortunios, ni más ni menos la justicia, cuando de repente y de tropel se entra en una casa, sobresalta y atemoriza hasta las conciencias no culpadas.

El Fiscal pidió para él la pena última y para Fermín Valdés Domínguez diez años de presidio. Pero el fallo fue: seis años de prisión para Martí y uno para su camarada de infortunios e ideales. Y Martí fue a presidio. Lo que allí sufrió él, lo dijo en páginas que todavía gotean sangre, en su folleto «El presidio político en Cuba» y en el que exclamaba: «Dante no estuvo en presidio.

Y te arrojó la patria de su seno Porque rendiste culto á la verdad! No la patria, los monstruos que su cuello Oprimieron con planta criminal. Errante por el mundo con tu lira Fuiste sus infortunios á cantar.

Ha sufrido Córdoba en todos tiempos; pero raras, rarísimas veces como en esos tres dias de horror en que estuvo á merced de una soldadesca cuyo corazon estaba endurecido por las sangrientas escenas de cien campos de batalla. ¡Pobre ciudad! ¿cuándo será que concluyan para ella tan amargas desventuras? Idólatra, cristiana, mora, ¿siempre habrá de gemir abrumada por los infortunios?

El venerado D. Antonio Gerif, pariente de los destronados reyes de la Alhambra, siguió el camino diciendo estas palabras, acompañado de una inclinación respetuosa del soldado y del muchacho; pues este poder tienen los grandes infortunios de las personas elevadas, que imponen el respeto hasta a los mismos enemigos.

No encontrarás eco ni en la ola que pasa ni en el corazon de tus proscritos: sufrirás hoy mas que ayer; sufrirás mas que hoy mañana. Has sido víctima de cuantos pueblos cayeron sobre : lo serás en adelante, de las sangrientas parcialidades que nacerán entre cristianos. No está cerrada aun la página de tus infortunios, desdichada Córdoba.