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Oid como resuenan los ¡vivas! nacionales, Cual desde el alta torre sus glorias inmortales Publica la campana con lenguas de metal; Oid como retumban los bélicos tambores, Los cantos de la infancia, del pueblo los clamores, Que llenan todo el templo cual coro universal.

Como un bárbaro, ¡qué de atrocidades he cometido sin querer, cuando en los primeros años de mi infancia salía á estudiar por el campo y me instalaba en el tronco cavernoso de un sauce, para leer cómodamente alguna novela ó declamar versos con retumbante voz...! #El baño#

Luego, poco a poco, olvidó este motivo de discordia y dejó volar su fantasía recordando las manifestaciones del amor que el joven parecía sentir hacia ella. La señora de Blandieres era muy amiga de infancia de la señora Aubry. Huérfana y sin fortuna, se había casado muy joven con Héctor de Blandieres, coronel retirado de caballería.

La muerte de su padre permanecía envuelta para Adriana en una penumbra de lejano misterio. Había llegado a la sospecha, luego a la certidumbre, de un suicidio. El episodio se remontaba a los primeros años de su infancia.

Los pechos se hinchaban con angustia, como si quisieran comunicar su fuerza á las abrumadas bestias. Era una diversión de raza primitiva, de pueblo en la infancia que aún no ha llegado á la vida del pensamiento y admira la fuerza como la más gloriosa manifestación del hombre.

Había vivido en la perpetua manía ambulatoria de algunos «rotos» chilenos, que llevan de la infancia á la muerte una existencia vagabunda.

Por la amplitud de sus formas parecía mujer de treinta años; pero examinando su rostro de cerca observábase en él la frescura y trasparencia de la infancia. Debía de ser mucho más joven de lo que aparentaba.

La infancia reclama particularmente la accion benéfica de este medicamento, ya sobre las fuerzas espansivas de una nutricion exuberante, ya en un estado morboso en el que la vida vegetativa está afectada. La vejez halla tambien en la calcárea un medio de atenuar la descomposicion que la agobia, de moderar sus pérdidas, y de exaltar el poder de reconstitucion.

Ocupo ahora la última habitación del ala derecha del castillo, la que da sobre el lago circular por el cual tantos paseos habíamos dado en nuestra infancia. Aparte de los objetos necesarios, en ella sólo encontrarías dos retratos, el de mi padre y el tuyo, un piano y algunos libros.

El Romancero se titula El Niño de Nazaret. No creo que nada en este libro esté tomado o imitado del Evangelio apócrifo de la infancia de Jesús.