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Pero eran caimanes tan inexpertos y tiernos como él. Los temibles son los viejos, á los que llaman «cebados» por haber comido carne de hombre. Así que la prueban una vez, quedan aficionados á ella para siempre, ¡y este «Abuelo» llevaba pasadas por su estómago tantas generaciones humanas!...

Con los ojos amarillentos fijos en lo alto, agitaba las barbillas de su rostro, recortadas como hojas, y unos apéndices dorsales semejantes á plumas. Este cebo falaz atraía á los inexpertos, cerrándose sobre ellos las cavernosas mandíbulas.

Mejores frutos pensaba haber sacado el marqués de la vida aparatosa que traía; porque, al cabo, ya que no la senaduría, que tanto le halagaba, había logrado la limosna de un asiento ministerial en los escaños del Congreso; y, sin embargo, cotejando el valor de su conquista, reducido, en substancia, a la gloria dudosa de haber pronunciado un discurso de dos horas mortales sobre la langosta de la Mancha, que no escucharon más que los taquígrafos y unos cuantos babiecas inexpertos de las tribunas; al trabajo imponderable y continuo de atormentar subsecretarios y directores, recomendándoles las querellas de todo linaje de pretendientes desvalidos, con el único fin de acreditar sus influencias; al oneroso vicio de solemnizar con un a «sus amigos políticos» cada discurso del Presidente del Consejo, o cada batalla ganada por el Ministerio a las revoltosas oposiciones; a no tener hora ni punto de sosiego, por estar pendiente de sus deberes de padre de la patria y creerse obligado a tomar por lo serio y a sentir en su ministerial epidermis cuantas cuchufletas y alegatos contra la situación leyera en la prensa oposicionista, y la leía de cabo a rabo, y a algunas cosas más por el estilo; cotejándolo todo, repito, con lo que le había costado en desaires, en paciencia... y en banquetes, la ganancia no resultaba del todo apetecible para un ambicioso de los más usuales.

Como durante la primera semana del mes de julio no nos faltaron víveres abundantes, lo pasábamos perfectamente; y como tampoco tropezamos con los franceses, establecidos, aunque muy inquietos, al otro lado del río, a todos, especialmente a los inexpertos, nos parecía la guerra una ocupación dulcísima.

Es igualmente cierto, que las grandes empresas de ordinario han sido atacadas por la ambicion de inexpertos, y la envidia de codiciosos, destruyendo á los emprendedores por medios capciosos, y esparciendo opiniones erroneas, sin apoyo que las sostengan.

Necesitaba auxilios y consejos. Pero ¿dónde hallarlos? Sus pocos amigos eran tan inexpertos como él, además de que él no había de profanar tan santas penas confiándolas a chicuelos presuntuosos. Se acordó de Guzmán, que ya estaba en autos; pero después de lo que había sabido, ¿con qué cara iba él a aquel señor con tales coplas!

Cuando yo salga con la mía, ya no tendrás que trabajar, ¡pobrecito mío!, ya no penarás con tus negocios. Los tales negocios no podían marchar peor. En menos de un año había sufrido Fernando dos pérdidas considerables en empresas ilusorias a las que le arrastraron ciertos amigos del club tan inexpertos como él. El juego contribuía igualmente a disminuir su fortuna.

No faltaban los inexpertos, y aun estos eran necesarios, porque si no ¿quién ganaría a quién? Pero contra la afirmación del jefe de Fomento protestaban los hechos.

Muchas veces, viéndoles a ustedes tan jóvenes, tan inexpertos, tan llenos de vanas esperanzas, he rehecho en mi interior lo que bien podría llamarse la psicología del cadete. Adivino lo que ustedes han pensado antes de entrar en la Academia y preveo la desilusión amarga y aplastante que les aguarda a la salida. Los relatos de guerras y la marcialidad artística del uniforme han seducido su niñez.

Dueños nosotros del campo, y sin enemigos a la vista, parecía natural que fuéramos sobre Bailén; pero el ejército volvió hacia Menjíbar para repasar el río, movimiento que no fué por nosotros comprendido. Muy orgullosos estábamos, y especialmente los inexpertos paisanos no cabíamos en el pellejo. ¡Hoy es día del Carmen! exclamó don Diego . ¡Viva la Virgen del Carmen, y mueran los franceses!