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Lucía en sus adentros compadecía a su amiga por estar tan ignorante de los inefables deleites de la poesía y del amor, y en este mutuo aprecio y desprecio vivían ambos genios acordados y tranquilos. Lucía notó en seguida la antipatía de su amiga por el hijastro, y trató de vencerla suavemente; pues no hallaba fundamento para ello.

Las inefables armonías que hemos de suponer en la naturaleza ¿por qué no podrian ser percibidas de un modo sensible? Guardémonos de aventurar proposiciones sobre arcanos que nos son desconocidos: pero guardémonos tambien de señalar lindes á la Omnipotencia, llamando imposible lo que á los ojos de una sana filosofía, está en el órden de la posibilidad.

Sentíase arrebatada por él en medio del torbellino de parejas y se creía sola. ¡Ella y él!, y la música acariciando los oídos y el corazón, interpretando dulcemente las inefables impresiones que palpitaban en el fondo de su alma.

Después las notas se precipitaban, límpidas, luminosas, con algo de ansiedad, y en el aire se iba formando una idea musical, pura, serena y como desasida de su mismo origen sonoro. Las límpidas notas, súbitamente contenidas, tornaban en dulce murmullo. Ahora el motivo era un alma, con la palpitación del ritmo pugnaba por subir, vacilante, a las regiones inefables.

Pues de zapatos estamos discutiendo, mi querido don Anselmo. Novillo se levantó a repetir la operación contemplativa, y Apolonio reanudó sus operaciones profesionales. Después de media horita, que para Novillo fué una eternidad de inefables congojas, porque se verificaron varios choques meteóricos de miradas, halláronse otra vez par a par el zapatero y el político.

Para nosotros, oh, infelices, que hemos hecho un telegrama a Lisboa, pidiéndola, a fin de proporcionarnos dos placeres inefables; primero, evitar ir con todos ustedes, sus baúles enormes, sus loros, sus pipas, etc., y segundo, para pisar tierra veinte horas antes que el común de los mortales.

Ambos creían no volver a ver a su adorado nene, en quien, por ser único, se miraban y se recreaban con inefables goces de padres chochos de cariño, aunque no eran viejos. Cuando el tal Juanito entró en su casa, pálido y hambriento, descompuesta la faz graciosa, la ropita llena de sietes y oliendo a pueblo, su mamá vacilaba entre reñirle y comérsele a besos.

Una corriente de simpatía, más aún, de cariño sincero y apasionado, se estableció entre ellos; los ojos eran los encargados de trasmitirla: habló la sangre, hablaron los dulces e inefables recuerdos de la niñez, habló la memoria venerada del bondadoso brigadier Rivera.

Y el violoncello comienza su canto grave, sonoro, melancólico, misterioso; un canto que poco a poco se apaga como un eco formidable, mientras una voz fina surge, imperceptible, y plañe dolores inefables, y muere tenue. Es el Spirto gentil, de La Favorita. Orsi inclina la cabeza con unción; su mano izquierda asciende, baja, salta a lo largo del asta...

Dos meses despues divisábamos las costas del Brasil, y un ambiente embalsamado con el perfume de mil flores llegaba ya hasta mi, haciéndome gustar inefables y dulces emociones. Iba yo al cabo á echar pié sobre el mundo de Colon, sobre esa tierra de prodigios, cuya exploracion habia siempre ansiado aun en medio de los sueños de mi infancia.